lunes, 7 de marzo de 2022

ESPERANZA

 

Hace frío. Anoche nevó en la montaña. Es mediodía, tenemos la chimenea encendida. Estamos reunidos viendo las noticias. 

- No es posible. No es posible que esté pasando de nuevo - dice la abuela preocupada, mientras se pasa la mano por la cabeza. 


Luego mira a sus nietos y les cuenta

- A mí me tocó la otra guerra, era pequeña como tú. Recuerdo que cuando pasaban los aviones, me cogían por el brazo y me escondían bajo un puente, para que las bombas no me cayeran en la cabeza.


Baja la mirada y continúa, moviendo la cabeza en un gesto de negación

- No puede ser, no es posible que esté pasando de nuevo.


Una de las nietas pregunta 

- ¿Quién está ganando esta guerra? 


- La guerra no deja ganadores - le digo - porque la guerra solo deja muertos y heridos de ambas partes, y deja además hambre, pobreza, rabia, miedo…Gente que escapa…


- Y si tienen covid y deben escapar, porque están bombardeando, ¿pueden salir de la casa, aunque contagien a todos los otros que escapan?


- Ya no importa si tienen covid, importa solo escapar y tratar de salvarse - le explica el padre.


- Si el presidente fuera yo, no existirían las guerras y en el mundo habría sólo golosinas - dice el nieto más pequeño. 


Le expresamos nuestra intención de votar por él. Antes de que alcance a celebrar nuestro apoyo unánime, dan otra mala noticia en la tv.


En este punto, el niño cambia repentinamente de ánimo y grita - ¡Apaguen la tv, les digo que deben apagar la tv, he dicho que no deben ver la tv ni el teléfono! ¡Es más importante jugar!


Apago, me arrodillo, lo abrazo. Percibo su angustia. Invito todos los niños a jugar.


Alguien alguna vez dijo que “los poetas salvarán el mundo”. Creo que el arte en general, tiene el poder de salvarlo, así que al día siguiente llevamos los niños al museo. Perdonen la redundancia, pero entramos dentro de los cuadros de Monet, y salimos con la esperanza de poder ayudar a pintar un lienzo cuyo tema sea la paz.  





Esa noche, una vez en casa, los niños eligen algunas ropas, un par de peluches y algunos juegos de mesa, para donarlos a los niños de la guerra. Pero al otro día, al regreso de la escuela, mi hija se sienta en la mesa cabizbaja.


- Mis compañeros dicen que Putin ha dicho que si ayudamos a Ucrania, nos hará daño también a nosotros.


Le explico que aunque nos amenacen, no podemos dejar solo a un país en dificultad o a una persona en dificultad. Hago hincapié, en el hecho de que no debemos tener rabia con la población rusa, porque ellos no tienen la culpa de las decisiones de los políticos, es más, ellos también son víctimas. Le cuento que Rusia es un país con una gran riqueza cultural y que hace parte de las raíces europeas.


Como todos tenemos al menos un pariente, un amigo, un colega o un empleado ruso, ucraniano, polaco, lituano o de algún país cercano al conflicto, desde este lado del mundo, se siente amplificada la tensión. 


Decidimos entonces, darle nuestra donación a una señora ucraniana que vive en el pueblo y que está recogiendo ayudas para las familias que escapan de la guerra. 


Ella se conmueve cuando ve los juguetes - Así los niños pueden pasar el tiempo mientras esperan…


Conteniendo su conmoción, acaricia la cabeza de mi hija. Le entrego también un coche. Se le ilumina la mirada - Menos mal que pensó en el coche, ellos caminan muchos kilómetros con niños pequeños.


Deseando la paz entre dos pueblos hermanos, me despido.


En la escuela del pueblo ponen la bandera arcoíris de la paz. Las maestras les piden a los niños que escriban una poesía. Los alumnos inventan poemas maravillosos que rechazan con fuerza la guerra e invitan al diálogo. 


Preparan además, un flash mob contra la guerra, y se adhieren a una protesta simbólica y pacífica, por lo cual nuestros hijos nos piden que a las 8 de la noche apaguemos todas las luces, “para que Putin sepa que preferimos estar a oscuras que comprar su energía”, nos explican.


Ustedes que leen esto, y yo, sabemos que el problema de esta o de cualquier otra guerra, es complejo y de difícil solución…en realidad los niños del pueblo también lo saben y entre ellos hablan de la necesidad de ayudar a construir un túnel debajo de la escuela, para poderse esconder en caso de que la guerra llegue también aquí.


Entonces, le digo a mis hijos que ellos deben conservar la esperanza, porque mucha gente en todo el mundo ha salido de inmediato a la calle a manifestarse en contra de la guerra y a favor de la paz, lo cual significa que la mayoría ha decidido que no quieren que ocurran nunca más los horrores de la guerra.


Esto es ya un aporte para la paz. Y los niños con sus canciones de paz y con las donaciones de sus ropas y sus juguetes, también están contribuyendo a la construcción de la paz. Así que deben mirar el futuro con esperanza. Les digo que me siento orgullosa de ellos, porque son constructores de paz.


Esa noche, como todas las noches, les invento un cuento antes de dormir:


Había una vez un grupo de niños, que se inventó una canción de paz. La canción les gustó mucho y decidieron hacer un video cantando y bailando la canción. 


Muchas personas vieron el video y se contagiaron con el mensaje de paz de la canción y se sintieron alegres y compartieron el video con otras personas que también se contagiaron con el mensaje de paz y se sintieron alegres y compartieron el video…


…hasta que un día, la canción llegó donde estaban los soldados que peleaban en la guerra y la canción los contagió con su mensaje de paz y los hizo sentir tan alegres, que dejaron las armas y comenzaron a cantar y a bailar y a contagiar a todos con la paz.


Se fueron durmiendo mis hijos, con una sonrisa serena. 


Yo en cambio, esa noche no logro dormir bien. Siendo consciente de la posible evolución de los hechos, preparo los pasaportes, en caso de ser nosotros, los próximos refugiados.



Hannalucida

Italia

7 marzo de 2022

2 comentarios:

  1. Hace frío...
    Estoy lejos de casa
    (Te sale)

    Siempre que vengan (espero que siempre "clase turista") serán recibidos con un abrazo.

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