lunes, 27 de abril de 2015

MISIÓN ESPACIAL

Proyecto de Abril - Mayo del grupo Adictos a la Escritura. Parte uno. 


MISIÓN ESPACIAL

Es un día de sol. A decir la verdad es el primer día de sol, después de un largo invierno. Los pájaros silban alegremente. Las pequeñas arañas rojas caminan sobre las barandas de los balcones y las lagartijas buscan el calor de los muros.

Hoy no hay escuela, por esto el parque infantil está lleno. Rosa, Violeta y Celeste, con sus vestidos primaverales y sus largas trenzas, se balancean en los columpios, prestando atención para no ensuciarse; mientras Rojo, Naranja  y Verde se tiran por el tobogán, unas veces cada uno solo y otras veces en trencito. Verde no es delicada y dulce como sus amigas, a ella le gustan los juegos donde puede vivir fuertes emociones. Saltar, correr, trepar y comer mango viche con sal la hacen feliz.

Amarillo, por su parte, prefiere jugar con su amiga Blanca a la pelota. Amarillo ama las formas redondas, dice que son las que mejor se adaptan a su personalidad, por eso canicas, pelotas, tapas, aros y todo lo que gire o rebote lo utiliza como juguete. Blanca prefiere las formas triangulares, pero disfruta siempre de la alegre compañía de Amarillo.

Negro es el màs grande de todos. Bueno, lo es sólo por un par de meses, pero él se siente un tris màs maduro y esto lo ayuda a ser un buen líder y a reunir a todos los amigos cuando de ayudar a alguien o de divertirse se trata.  Por eso, cuando ve a Gris sentado bajo el árbol de mangos, cabizbajo y triste, se acerca para saber qué lo entristece.

Gris le cuenta que se puso sus zapatos favoritos para venir al parque. Son unos tenis de tela con un cohete dibujado en el zapato  derecho y un astronauta en el izquierdo. Como hace calor, se quita los zapatos y no sabiendo dónde dejarlos mientras se une al tren de Rojo, Naranja y Verde, decide que lo mejor es jugar al astronauta. Así que, tira sus zapatos hacia arriba una y otra vez con la ilusión de ver a su cohete y a su astronauta atravesar el cielo. Los tenis caen siempre sobre la hierba del parque y Gris los lanza de nuevo, cada vez con más fuerza, hasta que en uno de sus lanzos ni cohete ni astronauta vuelven a aterrizar.

Gris está preocupado por la suerte del astronauta, por el estado de la astronave, pero sobre todo, le preocupa la pela que le van a dar cuando regrese a su casa sin zapatos.

Negro se mete el dedo índice y el del corazón en la boca y con un fuerte silbido  convoca a reunión a todos sus amigos que están en el parque. Violeta, Rosa y Celeste vienen salticando; Rojo, Naranja y Verde aprovechan la ocasión para apostar una carrera, así que corren rápidamente; mientras Blanca y Amarillo llegan dando vueltas canelas. Una vez reunidos se sientan en círculo alrededor de Negro, quien les explica la situación de Gris. Deciden hacer una lluvia de ideas para encontrarle solución al problema. 

Rojo propone inventarse una mentira para contarle a los papás de Gris. Rosa piensa que es una mala idea.

- Es mejor decir siempre la verdad. 

Para Naranja la solución es dividirse en escuadra para buscar los zapatos; Verde preferiría hacer merienda antes de comenzar la búsqueda. 

Al improviso a todos les da hambre, pero ninguno ha traído comida ni tienen monedas para comprar algo en el kiosco. Verde, que es muy hábil trepando, se sube al árbol de mangos  para coger algunos frutos y compartirlos con sus amigos. En las primeras ramas se encuentra los mangos viches como le gustan a ella, así que coge un par y los mete en el bolsillo de su chaqueta. Pero como los demás prefieren el fruto maduro y dulce, Verde se trepa mas arriba para alcanzar las ramas más altas. Mientras sube, se da cuenta de que en la copa del árbol están el astronauta y su nave. 

-Están sanos y salvos!

Grita Verde. Los demás la miran sin entender. 

-¡Los encontré, el astronauta y el cohete están sanos y salvos!

Insiste Verde mientras trata de subir lo más alto posible. Mano a mano que sube, recoge mangos maduros y los pone en los bolsillos del pantalón. Pese a su talento para trepar, no alcanza la rama donde están los zapatos de Gris. Y para colmo de males, tampoco es capaz de bajarse del árbol.

Blanca, Rosa, Violeta y Celeste le quitan los cordones a sus zapatos y le piden a los demás hacer lo mismo. Así amarran los cordones entre ellos para formar una cuerda que se hace cada vez más larga gracias a la ayuda de Fucsia, Morado, Marrón, Lila, Dorado, Plateado, Verdeazul, Ocre y a todos los demás que se unieron al salvamento.

Amarillo tiene consigo una pelota loca, de esas pequeñas que rebotan eternamente. Tal vez con ella puedan darle un golpe a los zapatos que los haga caer. Rojo se sube al árbol con la cuerda en un bolsillo y la pelota loca en el otro. Cuando alcanza a Verde, entre los dos amarran un lado de la cuerda a la rama. Luego estudian el tiro que van a hacer, pues tienen una sola oportunidad para dar en el blanco. Bajo el árbol de mangos todos mantienen el respiro mientras Rojo lanza la pelota. 

-Vivaaaaaaa!!!


Gritan todos al unísono mientras aplauden emocionados. La puntería de Rojo es perfecta y hace caer al astronauta y su nave. Ahora Verde también deja caer los mangos que había recogido para estar más ligera y teniéndose de la cuerda de cordones se lisa. Rojo la sigue.Hay una emoción latente en el aire. Todos ríen, se abrazan, se dan las gracias los unos a los otros. Gris no puede dejar de sonreír. Para agradecerle a sus amigos, los invita a su casa, donde con los mangos la mamà de Rojo prepara un jugo con el cual brindan por el buen fin de la misión espacial.

jueves, 23 de abril de 2015

ADIÓS

Este texto fue sentido, pensado y escrito originalmente en italiano. Una de mis lectoras que conoce ambas lenguas hizo ésta traducción para mi y yo la quiero compartir con los demás seguidores de LETRAMARILLA. 

ADIÓS

Me encuentro junto a mi esposo en la iglesia para darle el último adiós al tío Michelle. Él es toda una institución en el pueblo donde vivimos. Durante años ha llevado noticias y textos escolares a generaciones de celloleses., pues trabajaba en el kiosco donde se compran los periódicos y los libros. La iglesia está muy llena, nadie ha querido faltar, en el corazón de las personas hay luto general. El padre con su voz de poeta da un bello discurso sobre el amor, la importancia de compartir, la amistad. 

Yo no hago más que pensar en los míos. Pienso en el día en el que me iré. No habrá tanta gente. Las personas que me llevan en su corazón están del otro lado del océano. También pienso en el océano que me aleja de ellos, pienso en mi temor de no estar allí para despedirme cuando ellos no estén más, ni para abrazar al resto de la familia, así como ellos me abrazaron a mí desde el primer adiós. 

La primera vez que me despedí de alguien tenía dos años, era mi papá. Nuestra familia jamás nos hizo sentir como pobres huérfanos. Al contrario, nos dieron una infancia feliz donde incluso ir al cementerio para visitar a mi papá, era un momento bonito para compartir con nuestra mamá.

Los abuelos maternos nos ayudaron a crecer, porque nuestra mamá debía ir a trabajar. El abuelo y sus reglas nos hicieron personas de bien. La abuela, creo que nos transmitió su creatividad. Ambos fueron un ejemplo de generosidad, de unión y complicidad.

Un día mi abuela le dijo a mi hermana, que todavía era una jovencita:

-Me estoy muriendo. Llama a tu mamá y haz que me lleven al hospital.

Después le pidió que hiciera algunos mandados, sin dejar que el abuelo la descubriera. No quería morir frente a él, lo quería mucho como para hacerlo sufrir. Nosotros aún éramos pequeños, pero el sentido de la muerte era mucho más claro. Se iba otro de los soportes de nuestra vida. Pero la cosa más dura era ver a ese hombre locamente enamorado de su mujer, profundamente solo, triste, perdido.

Afortunadamente la vida está llena de sorpresas y así, entre los nietos recién nacidos y un pedacito de tierra en el campo, el corazón del abuelo sonrió de nuevo, dándole sentido también a nuestras jóvenes vidas.


Han pasado algunos años, llegaron los primeros amores, el grado de la universidad y este viaje que me ha cambiado un poco la vida.

En mi ciudad, el servicio fúnebre viste y maquilla al difunto, y lo organiza en el ataúd, además incluye lo que llaman una “sala de velación”, donde la familia del difunto recibe las condolencias, sin tener que preocuparse de tener la casa limpia y ordenada, ni de amarrar un pañuelo alrededor de la mandíbula del muerto antes de que el cuerpo se enfríe, para que no quede con la boca abierta. De hecho, no tenemos que pensar en nada porque el servicio incluye café, aromática y un caldo, en caso de que alguien lo requiera. En la sala de velación también están los baños y una piecita con una cama para que el cliente descanse o por si alguien tiene un malestar. 

En Cellole la costumbre es tener al muerto en casa sobre la cama, así quien quiera puede saludarlo y darle las condolencias a los familiares. A mí eso me impresiona. Me da cosa sobre todo ver al muerto. Me llama la atención la naturalidad con la que se acercan, tocan al difunto y se hacen la cruz, y cómo se sientan al lado a hacer visita. Me da impresión tener un muerto así de cerca, tan visible. Me angustia pensar que un día tendré que ayudar a organizar a algún pariente. Por eso, cuando regresamos a casa le digo a mi esposo:

-¡Júrame que no te vas a ir antes que yo! 

No solo no soy práctica con estos protocolos, ademàs, con los años la muerte de las personas que he amado ha dejado un vacío y un gran dolor. Cuando mi primo Miguel Ángel, con quien crecí, murió súbitamente
, siendo aún muy joven, los huesos me dolieron por meses. Cuando murió mi abuelo, delante de nosotros apareció el dolor, la gratitud, el orgullo de ser sus nietos, la incerteza del futuro.

En Cellole, en el ataúd se mete un santo, un objeto de la persona muerta y… A mí me pueden cremar y tirarme al mar en dirección a América, así tal vez, tarde o temprano, llego a mi casa. Yo no quiero una misa, porque no soy católica, el padre ni siquiera conoce mi nombre y yo a la casa del Señor voy solamente para bautizos, matrimonios y funerales. Yo preferiría para mi último adiós una reunión íntima, entre amigos, con música alegre, tipo salsa, son cubano, latin jazz y por qué no, en lugar del café pueden ofrecer un buen mojito. En el caso de que mi marido y mi hija no quieran cremarme, en mi ataúd pueden meter un arcángel San Miguel y una barra de chocolate, no sea que me dé cualquier antojo en el paraíso. Y si alguien quiere llevarme flores, que sean rosas amarillas.

Hablando con mi amiga María Isabel, también ella lejana de nuestra tierra, y por tanto comprensiva con el miedo de no estar cerca de nuestros familiares, y al mismo tiempo compartiendo ese sentimiento de gratitud cuando encuentras en este viaje personas que te aprecian, que te quieren, que saben ser amigas, llegamos a esta conclusión: algunas personas no se van jamás.

No se trata de una cuestión paranormal, sino de afecto. Por ejemplo, después de 30 años de su muerte, la unión entre una de mis hermanas y mi papá sigue siendo muy fuerte, y yo estuve celosa por años, hasta cuando nació mi hija, y por primera vez sentí una fuerte presencia de mi papá a su lado, durante todos los largos meses que permaneció en el hospital.

Mi abuela, en cambio, cuando yo era pequeña me tomaba de la mano cuando yo tenía miedo. No físicamente, porque había muerto, pero su imagen de mujer protectora me confortaba. Mientras mi abuelo, con quien a veces peleaba siendo adolescente aunque lo quería mucho, es cómplice de este amor que me une a mi esposo y mi hija. 

Hubo un ex novio que mi abuelo descalificó a primera vista. Poco después de su muerte, durante una semana soñé que mi abuelo estaba muy bravo conmigo y yo lloraba y le rogaba que me perdonara por lo que fuera que hubiese hecho, pero mi abuelo me miraba mal y no me respondía. La última vez que mi abuelo apareció en mi sueño, me dijo “¡Con este, no!”, refiriéndose al ex que no le agradaba. Por muchos otros motivos, que no tienen nada que ver con la semana de pesadillas, rompí de raíz las relaciones con esa persona y seguí adelante con mi vida.

Un día cualquiera me llama quien más tarde sería mi esposo, para decirme que quería venir a visitarme en Colombia. Ambos estábamos emocionados por este reencuentro y al mismo tiempo ansiosos por saber si existiría todavía la magia del primer encuentro. Poco antes de la llegada del “amigo italiano” a Colombia, mi abuelo apareció de nuevo en mis sueños. Esta vez el amigo italiano llamó a la puerta y cuando corrí a abrirle, mi abuelo me pidió con una seña que me detuviera, después me sonrió, era una sonrisa cómplice. Asì que fue mi abuelo quien abrió la puerta de casa.

Mi abuelo no solo fue el primero en darle la bienvenida en la familia a mi esposo, además cada día me acompaña con sus risas, su ira, su generosidad, sus consejos de hombre que ha vivido, sus valores, su manera de querernos, pero sobre todo, con su mirada profunda como la de mi hija. 

Autora: Hanna Lucida
2015


Traducciòn: Laura Dominguez

miércoles, 1 de abril de 2015

ADDIO

Mi trovo insieme a mio marito in chiesa, per darli un ultimo addio al zio Michelle. Lui è un’ istituzione nel paese dove avvitiamo. Per anni è stato il giornalaio che ha portato notizie e testi scolari a generazioni di cellolesi. La chiesa è extra piena, nessuno ha voluto mancare, nel cuore delle persone 

è lutto cittadino. Il prete con la sua voce di poeta fa un bel discorso sull’ amore, la condivisione, l’amicizia.  

Io non faccio altro che pensare ai miei cari. Penso al giorno in cui sarò io ad andare via. Tutta questa folla non ci sarà. Le persona che più mi hanno a cuore sono dell’altra parte del oceano. Penso anche a l’oceano che mi allontana di loro, penso alla mia paura di non essere lì per salutarli quando non ci saranno più, ne per abbracciare al resto della famiglia, così come loro hanno abbracciato me fin del primo addio.   

La prima volta che ho dato l’addio a qualcuno avevo due anni, era mio Padre.
La nostra famiglia mai ci ha fatto sentire dei poveri orfani. Tutto il contrario, ci hanno regalato un’ infanzia felice dove persino andare a trovare a papà al cimitero era un momento bello da condividere con la mamma. 

I nonni materni ci hanno aiutato a crescere, mentre la mamma andava a lavorare. Il nonno e le sue regole ci hanno fatto diventare persone per bene. La nonna, penso ci avvia trasmesso la sua creatività. Entrambi sono stati un esempio di generosità, d’unione e complicità.

Un giorno la nonna le disse a mia sorella, che era ancora una ragazzina:

-Io sto morendo. Chiama la mamma e fammi portare all’ospedale. 

Dopo di che, le chiede di sbrigare certe faccende, sempre senza farsi scoprire del nonno. Non voleva morire davanti al nonno, lo voleva troppo bene per farlo soffrire. Noi eravamo ancora bambini, ma il senso della morte era molto più chiaro. Se ne andava un altro pilastro della nostra vita. Ma la cosa più dura era vedere a quell’uomo pazzamente innamorato di sua moglie, profondamente solo, triste, perso. 

Per fortuna la vita è piena di sorprese  e così, tra i nipotini più piccoli ed un pezzo di terra in campagna, il cuore del nonno sorrise di nuovo, dandone senso anche alle nostre giovane vite. 

Qualche anno è passato d’allora, sono arrivati i primi amori, la laurea e questo viaggio che mi ha un po cambiato la vita.

Nella mia città, il servizio funebre ti veste e trucca il morto e te lo fa trovare nel feretro bello sistemato, in più include quello che chiamano “sala de velaciòn, che è dove la famiglia del difunto riceve le condoglianze, senza doversi preoccupare di fare trovare la casa pulita e ordinata, ne di legare un fazzoletto intorno alla mandibola del morto prima che si raffredda con la boca aperta. insomma, non dobbiamo pensare a niente, perché gli addetti del servizio funebre tengono anche pronto il caffè, la tisana e il brodo in caso qualcuno abbia bisogno. Nella sala di velacion ci sono anche le toilette ed una stanzetta con un letto per far riposare i loro clienti o in caso qualcuno avvia un malore. 

A Cellole l’usanza è tenere il morto a casa sul letto , così chi desidera può salutarlo e dare le condoglianze ai famigliari. A me questa cosa me da impressione. Mi fa senso anzitutto vedere il morto. Mi colpisce la naturalità con qui si avvicinano, toccano il defunto e si fanno la croce e come si siedono intorno al letto a fare visita. Mi fa impresione avere un morto così vicino, così visibile. Mi angoscia pensare che un giorno dovrò aiutare a sistemare qualcun parente. per ciò, quando torniamo a casa le chiedo a mio marito:

-Giurami che non te ne andrai via prima di me!

Non solo no sono pratica con questi protocolli, ma sopratutto, con gli anni  la morte delle persone che ho amato ha lasciato un vuoto e un grande dolore. Quando mio cugino Miguel Angel , con cui sono cresciuta è morto all’improvviso, essendo ancora giovanissimo, oltre a piangere tantissimo, ogni muscolo del mio corpo e tutte le ossa mi hanno fatto male per mesi. Quando a lasciarci è stato il nonno, davanti a noi appare il dolore, la gratitudine, l’orgoglio di essergli nipote, l’incertezza del futuro.

A Cellole, nel feretro si mette un santo, un oggetto della persona morta e…A me mi possono bruciare  e buttare in mare in direzione d’America, così magari prima o poi arrivo a casa mia. Io non voglio la messa, perché non sono cattolica, il prete non sa nemmeno il mio nome ed io a casa del Signore vado soltanto in occasione di battesimi, matrimoni e funerali.  Io preferirei per il mio ultimo addio, una riunione intima, tra amici, con musica allegra, tipo salsa, suon cubano, latin jazz e perché no, al posto del caffè possono offrire un buon mojito. In caso che mio marito e mia figlia no se la sentano di bruciarmi, nel mio feretro possono mettere un arcangelo San Miguel e una barra di cioccolata, non si sa mai che mi venga qualche voglia nel paradiso. E se qualcuno vuole proprio portare dei fiori, che siano rosse gialle.

Parlando con mia amica Maria Isabel, lontana anche lei della sua terra, quindi capendo le paure del non esserci per i nostri cari e allo steso tempo condividendo quel senso di gratitudine quando trovi in questo viaggio persone che ti apprezzano, che ti vogliono bene, che sanno di asserti amiche, arriviamo a questa conclusione: Certe persone non si vadono mai.

Non si trata di una questione paranormale, ma di una questione di affettività. Per esempio, dopo più di 30 anni della sua morte, il legame tra una delle mie sorelle e mio padre e fortissimo e io sono stata per anni un po invidiosa, fin quando è nata mia figlia ed io per prima volta ho sentito una forte presenza del mio papa accanto a lei, per tutti i lunghi mesi chè rimasta in ospedale . 

Mia nonna invece, quando io ero ragazza, mi prendeva per mano quando avevo paura. Non fisicamente, perché era morta, ma la sua imagine di donna protettrice mi dava conforto. Mentre il nonno, con qui da adolescente a volte litigavo, anche se lo volevo molto bene, è complice di questo amore che mi unisce a mio marito e mia figliai.

C’e stato un mio ex che mio nonno a primo occhio a squalificato. Poco dopo della sua morte,  per una settimana ho sognato che mio nonno era arrabbiatissimo con me e io piangevo e le pregavo di perdonarmi per qualunque cosa avessi fatto, ma mio nonno mi guardava male e non mi rispose. L’ultima volta che il nonno apare nel mio sogno, mi disse: “Con questo ragazzo no!”, riferendosi all’ex non gradito. Per tanti altri motivi, che non hanno niente a che vedere con la settimana da incubo, con questa persona  ho tagliato il rapporto alla radice ed ho continuato avanti con la mia vita. 

Un giorno qualunque mi chiama chi diventerà il mio marito, per dirmi che vuole venire a trovarmi in Colombia. Tanto io come lui siamo emozionati per questo rincontro ed allo stesso tempo ansiosi di capire se ci sarà ancora quella magia del primo incontro. Poco prima dell’arrivo “dell’amico italiano” in Colombia, mio nonno ricompare nel mio sogno. Questa volta l’amico italiano suona alla porta e quando corro ad aprire, mio nonno mi chiede con un segno di fermarmi. poi mi sorrise, è un sorriso complice. Così è lui  ad aprire  la porta di casa. 

Il nonno non solo è stato il primo a dare il benvenuto in famiglia al mio marito, ma ogni giorno mi tiene compagnia con la sua risata, le sua ira, la sua generosità, i suoi consigli di uomo vissuto, i suoi valori, il suo modo di averci voluto bene, ma sopratutto, con il suo sguardo profondo come quello di mia figlia.