lunes, 21 de diciembre de 2015

DEFINICIONES

Lluvia de palabras y de sentidos mojan nuestra casa. Estas son algunas de las definiciones que mi hija de 2 años y medio da a las nuevas palabras que ha aprendido.



Silencio:

La abuelita Maddalena y yo estamos conversando. Juanita trae un libro de cuentos con la intensión de contarnos la historia. Pero antes de comenzar con el relato nos regaña:

J- Deben estar en silencia, no pueden hablar. ustedes están hablando y si no hacen silencio yo no les leo la historia. 

Se sienta de frente a nosotras y suspirando para no perder la paciencia dice:

J- Les voy a explicar qué significa estar en silencio.

Se pone el dedo índice delante de la boca y continua:

J - Hacer silencio es cuando uno hace así: sssshhhh!!! Y todos deben estar en silencio y escuchar eso que digo yo. Luego cuando haya terminado, pueden hablar y yo escucho. 


Fantasma:

Se dirige a su habitación, pero cuando llega a la mitad del corredor decide regresar corriendo a la sala y me dice:

J - Mamá, hay una bruja en el corredor!!!

Yo - Ven, te acompaño y me muestras lo que viste.

De la mano recorremos el corredor. Sentimos un sonido proveniente del apartamento de arriba. 

J- Oh no, es la bruja!

Yo: No, ese ruido es de la aspiradora de la señora del apartamento de arriba. Las brujas no existen. Las que muestran en los muñequitos de la televisión son de mentiras, se disfrazan así para hacernos una broma. 

La abrazo.

Yo: Tranquila, las brujas no existen. Además el papá y la mamá siempre te van a cuidar. 

Al día siguiente un nuevo ruido la asusta y de nuevo viene corriendo a la sala, donde estamos el papá y yo. 

J - He sentido un ruido miedoso, es un fantasma!!!

Papá - Que cosa es un fantasma?

J- Un fantasma es un animal muy miedoso que NO EXISTE, pero que es muy miedoso.


Nocturnos:

Estamos jugando a cocinar. Los ingredientes que mezclamos dentro de una caja son todos los juguetes pequeños, laminas, bolas, figuras geométricas y demás que encuentra por la casa. Entre las laminas que encuentra, hay varias de cachorros de animales, las cuales mete de a parte.

J - Debemos poner estos animales nocturnos aquí, para calentarlos y luego los metemos en la caja. 

Yo - Juanita, me explicas que son los animales nocturnos, por favor.

J- Son animales que salen por la noche y nos comen al papá a la mamá y a mi.


Sordos:

Estoy lavando los platos mientras mi hija está organizando una fiesta imaginaria con amigos imaginarios.  La abuela le dice que llamen por el celular a los amigos que deben venir a la fiesta, pero mi hija le explica que no es posible, “no nos pueden sentir, son sordos”, le dice. Luego hace un largo discurso sobre los niños sordos. Cuando termino de lavar los platos me acerco a ella y le pido que me explique qué significa “los niños sordos”.

J- Es por ejemplo cuando los niños me quitan los juguetes y yo les digo que no se hace, pero ellos me los vuelven a quitar, por que no escuchan. Yo les explico que se pide permiso antes de coger una cosa que no es de ellos, pero no entienden, porque son sordos. Les debemos explicar que primero me deben pedir perdón y luego me deben decir por favor y gracias.


Astronautas:

Estamos viendo en la televisión la publicidad de una marca de café en la cual San Pedro y otro señor encuentran una nave espacial con una maquina de café dentro. Luego entran en escena 2 astronautas que buscan la nave que se les perdió. 

Juanita- Quién es el señor con la barba blanca?

Yo- Es San Pedro.

Juanita - Ah si, San Pedro y San Carlos.

Refiriéndose  al señor  que está con San Pedro. Cuando aparecen los astronautas se emociona.

Juanita - Mira, los astronautas!

Yo - Astronautas?

Juanita - Si. Los astronautas son señores y señoras que viajan por las estrellas, la luna, el sol y la lluvia.


Lluvia de palabras y de sentidos mojan nuestra casa y no tenemos intensiones de escondernos debajo de las sombrillas. 

viernes, 16 de octubre de 2015

LA HISTORIA DE JUANITA




Ella se presenta como una invocación en mis sueños, con sus rizos dorados, caminando de la mano del padre. 

Yo: He soñado con nuestra hija.
El: Nosotros no tenemos una hija.
Yo: Pero la tendremos.

Llega la primavera y con ella un retardo en mi ciclo. Estamos restructurando casa, ambos trabajamos duramente para alcanzar a terminar antes de la llegada del verano. Esa mañana me levanto con un ansia que me genera una verborrea infinita, así que comienzo desde las primeras horas del día y hasta la caída del sol a girar al rededor de mi marido con el siguiente monologo: 

“Aún no me ha llegado…ya pasaron 5 días.
Que vamos a hacer?
Es que tal vez estoy en embarazo…y si no, entonces qué será?
Estaré enferma?
Tendré un problema en los ovarios?
Tenemos que conseguir una cita con el ginecólogo.
Y si estoy embarazada que hacemos?
Ambos estamos sin trabajo…O a ti te hace ilusión la llegada de un bebé?
No me siento tan preparada que digamos para ser mamá.
O será el cambio de clima? Esta es una posibilidad, el cambio de estación. 
Pero no, tantos días de retardo es embarazo…”

Mi esposo sentado en el piso del corredor, me escucha por horas sin decir una palabra y sin perder la concentración en el cambio de entubación que está haciendo.  Hacia medio día me dice concentrado siempre en los tubos “llama a tu mamá y dile que se prepare para venir”.

“Yo no la puedo llamar hasta no estar segura que estamos embarazados, porque podría estar enferma y no embarazada, podría tener un desorden hormonal o…
Pero si estamos embarazados, claro que tiene que venir, porque yo espero que tu entres conmigo en la sala parto, pero si no te la sientes, si te sientes mal o si cualquier cosa te impide acompañarme, quiero poder apretarle la mano a mi mamá mientras grito de dolor y te maldigo por haberme embarazado…
Bueno mejor no hacernos ilusiones, porque aun no sabemos…
Te imaginas un Marcellino o una Anina corriendo por la casa?
Que nombre le ponemos a este hijo hipotético? 
Recuerda que debe llevar los dos apellidos. Si no, no lo tengo.
Y si estoy enferma, eso si que seria un problema. 
Tal vez no sea embarazo, nosotros nos hemos cuidado…pero y si sí?”

Y así, entre preguntas que me respondo yo misma llega un nuevo día.  Salgo del baño, encuentro a mi esposo sentado en el corredor comenzando a pasar los cables de la luz. Se detiene un minuto y con dulzura me mira y me sonríe.

Yo: Siento mucho si te ilusioné con el hijo hipotético. me acaba de llegar la menstruación.
El: Quiere decir que Juanita llegará en el próximo tren.

De aquel día pasan 3 años en los cuales el tema del hijo hipotético no se vuelve a tocar. Llegan nuevas primaveras y nuevas navidades con ciclos menstruales regulares. Los amigos de mi esposo nos invitan a celebrar el fin de año en un restaurante, pero Marcello está con fiebre y malestar general, así que decidimos que es mejor quedarnos en la casa. Pese al malestar de Marcello, logramos preparar una cena casi romántica y totalmente intima. Las doce uvas de los deseos de media noche no pueden faltar. Ninguno sabe lo que va a pedir el otro, pero con la primera uva decimos al unísono “!quiero tener un hijo!”.

Digamos que durante la primavera ha pasado de todo, ha sido una primavera algo gris y para colmo de males, poco antes del inicio del verano nos informan que no nos renuevan el contrato en el kiosco en el mar donde hemos trabajado los últimos dos años. Ay carajo, y ahora que se hace??? Está muy tarde para comenzar a buscar otro trabajo, la gente contrata en primavera los servicios para el verano. No me pregunten cómo, cuándo ni por qué, pero me improviso camarera en un restaurante. Trato de hacer mi trabajo lo mejor posible así sea una novata en este campo. 

En medio al trajín de los últimos meses, una mañana una duda me despierta.

Yo: Vos sabes si ya me vino?
El: Si no lo sabes tu.
Yo: No me acuerdo si aun me debe venir o si ya se me fue.
El: Estas embarazada?
Yo: No sé.
El: Compremos un test.
Yo: Pero no aquí. Mejor en la farmacia de otro pueblo. Si alguien nos ve comprando el test, se riega la voz de que estoy embarazada y a lo mejor no lo estoy.
El: Ok, compramos el test en otro pueblo.

Con el test en mano nos encerramos en el baño. Con un fuerte abrazo y algunas lágrimas, celebramos el resultado positivo. Desde entonces 2 canciones acompañan el desarrollo de la vida que crece dentro de mi: 
-Guantanamera, que por esos días anda de moda en Italia gracias a un remix del cantante Zucchero,  pero que los italianos la cantan diciendo “mangia la mela, Juanita mangia la meeelaaaa”, es decir Juanita come la manzana.
-Buenos días amiguitos como están? Muy bien! Es este un saludo de amistad (…), que yo cada mañana se la canto a mi bebe en versión personalizada: “buenos días Juanita cómo estás?” 

Mi familia, que está muy lejos de aquí, al recibir la noticia explota de alegría: gritos, risas, lágrimas y abrazos, todo al mismo tiempo. 

Yo continúo a trabajar, pese a lo duro que es a veces. Por fortuna mis jefes y mis colegas me ayudan con lo que pueden. Para compensar el cansancio del trabajo y el agite cotidiano, practico meditación 10 minutos al día. Ella se presenta de nuevo como una premonición.   

La veo de frente a mi, sentada con el padre en una barca de madera en medio a un grande lago. No tienen remos, pero están en el centro del lago, como en una situación inconclusa. Miro detrás de mi y veo que al rededor de una hoguera están reunidos algunos monjes tibetanos con sus túnicas naranjadas, algunos indígenas colombianos con sus bastones de mando y sus trajes típicos, algunas señoras católicas con escapulario en mano, algunos familiares míos y un montón de des conocidos. Todos  orando por mi hija.

Algunos meses después la vuelvo a soñar siempre con sus rizos dorados, bailando y diciendo “yo quiero ser bailarina de pop”. La víspera del parto la sueño por última vez. La veo como un feto y no como un bebé, como si no estuviera lista para nacer.

Y así es. Cuando llega al mundo la siento llorar y pienso que es la música más hermosa del mundo. Una enfermera me la muestra por unos 4 segundos y se la lleva. Una vez en la habitación del hospital, a las otras mamás les traen a sus hijos recién nacidos y a mi no. Cuando entran la doctora que ayudó al ginecólogo en el parto y el pediatra, me basta mirarlos a los ojos para entender que algo no está bien. Estoy aún bajo el efecto de la anestesia, por eso no me altero, pero comprendo lo complejo de la situación. Veo la pena en la expresión de la doctora que nos explica lo que pasa, veo las lágrimas contenidas en los ojos de mi esposo, mi suegra, mi cuñado y su esposa, veo un pediatra que trata de darnos respuestas, veo angustia y miedo en las personas que me rodean. Trato de des dramatizar ese momento, les digo que no deben llorar porque se les daña el maquillaje y todos ríen, pero luego regresan las caras largas. Les pido que estén tranquilos, que piensen que la bebe estará en las mejores manos, que deben pensar positivo, que la atenderá un medico especialista en su problema…en realidad yo me estoy muriendo por dentro, tengo tanto miedo como los demás de no volverla a ver.

La deben trasferir a un hospital pediatrico en Roma o en Napoli, donde encuentren un puesto libre y debe ser operada de inmediato. Le pido al cielo que la lleven a Napoli, es menos lejos. Luego le digo unas mil veces a mi esposo que le tome muchas fotos a la bebe para que la podamos reconocer, no sea que nos la cambien o nos la roben o por si simplemente no la vuelvo a ver.

Mientras los doctores del hospital pediàtrico visitan a mi hija, evalúan su caso y reservan la sala de cirugía, fuera en el corredor  Marcello y el hermano se abrazan y lloran. La cuñada de Marcello y mi suegra se quedan conmigo en la clínica donde di a luz. Cuando llaman de Colombia con ese amor, esa alegría y esa ilusión, les doy la mala noticia y una vez más hago lo posible por tranquilizarlos. A mi mamá le pido dos cosas: que pongan la mente positiva, necesito que nos envíen energía positiva y que no hablen de mi hija con frases como “ay pobrecita”, pues ella no necesita de la lastima de nadie, además por fortuna tiene acceso a los servicios médicos y a los especialistas que trataran de mejorar su condición actual.

Apenas termino de hablar con mi mamá, pasa una cosa extraordinaria: visto que tengo familiares y amigos regados por medio mundo y practicantes de distintos credos, en un modo espontáneo y durante todo el tiempo que Juanita está en el hospital se genera una cadena de amor y de oración en distintas lenguas, desde distintas religiones y prácticas espirituales, así como en la imagen que se me había presentado meses atrás mientras meditaba. Y así como en esa ensoñación, padre e hija quedan solos en la barca de frente al dilema de la vida y la muerte durante la primera semana de Juanita en el mundo. Cada día Marcello, cuando va a visitarla le canta su canción “buenos días Juanita cómo estás? “   

La cesaría aún me duele, pero no soporto un día más sin conocer a mi hija, así que me preparo para el gran día.  Antes de entrar a cuidados intensivos nos ponemos bata y gorro de esos de doctor y nos tenemos que lavar y desinfectar las manos. Cuando entramos, el corazón me late fuerte. La bebe más linda de toda la sala es la nuestra. Es diminuta porque nació prematura, cada pierna es delgada como el dedo pulgar de Marcello, es mona, blanca y tiene los pies tan largos  que me hace pensar al número 40 que calza la tía.

Marcello sirve de intermediario. 

M- Juanita, mira quien vino a visitarte. Es tu mamá.

Ella lo mira fijo. Luego me mira a mi parada del otro lado de la incubadora. Me mira como cuando uno ve a alguien en la calle y piensa “quién es que ès éste? de dónde lo conozco?”. A un cierto punto cae en cuenta de quien soy y se le ilumina la mirada. Esa mirada la tengo grabada en la memoria y en el corazón. La canción Hijo de la agrupación Los Cafres, describe lo significativo de cada encuentro con nuestra hija:

“Tus ojitos al querer brillan como la miel
Sentir tus manitos sobre mi
Vivir tu dulce inocencia me duele tanto querer
Espero cada día por ver esa sonrisa

El presente es abrazarte y que nada te falte
Tu alegría es la vida en este instante
Que no pare y que te abrase llenaste mi ser
Que tus ganas inocentes que ahora quiero ver
Son lugares de placer
Hoy la vida es jugar, amarte sin parar
Hoy la vida es inventar cada día una alegría y nada mas

Ahora se lo bueno que fue soñarte
Y ahora se lo hermoso que es cuidarte
Ahora se lo bueno que fue soñarte
Y ahora se lo hermoso que es cuidarte

Quiero tu luz sanadora”. 











La hora de visita pasa en 5 minutos. No vemos la hora de que llegue mañana para volverla a ver, para cantarle su canción, para decirle cuánto la amamos, para hablarle de su familia, para recordarle que la estamos esperando en la casa (porque la casa está vacía sin ella). Esta ancia del mañana nos dura los dos meses que ella está en el hospital. Marcello llora todos los días, mientras yo trato de mantenerme fuerte para él y para ella. No siempre es fácil, porque en el fondo siento que me robaron un pedazo de maternidad: no pujé para traerla al mundo, no la tome entre mis brazos ni le di pecho el día que nació, no la acompañe el día de la operación…tuve que esperar una semana para conocerla y un mes para cargarla por primera vez, no la pude amamantar…

Cada noche pensábamos si estará bien, si llora y nadie le para bolas, si duerme, si tiene hambre, si se complica su cuadro médico, si se siente sola…la buena energía de las oraciones nos llega y nos recarga para enfrentar cada hoy, para llegar al hospital con una sonrisa, con vitalidad, con esperanzas. Mi tía Leticia de casi 90 años, le encomienda al Niño Jesús nuestra hija. Mi papá que murió cuando yo tenia 2 años, se me presenta al lado de la incubadora de Juanita. La cadena de amor y oración cada vez es más fuerte. 

La familia de Marcello nos espera cada tarde en la casa de mis suegros para saber cómo está Juanita y ver las fotos que cada tanto le hacemos. En el pueblo que vivimos todos están pendientes de la salud de nuestra hija y de su llegada a la casa. La familia colombiana regada por el mundo se llena de amor, solidaridad y unión: Sí, Juanita es la disculpa  para comunicarnos, para restablecer vínculos, para fortalecer relaciones, para fomentar el amor entre nosotros.

La estadía en el hospital tiene sus alti bajos. Los médicos nos dicen a todos los papás una cosa muy cierta: “no les vamos a decir que sus hijos están bien, porque si estaban bien no estaban en el hospital. Pero les podemos decir si mejoran o empeoran”.  Cada mejoría es una alegría compartida y cada problema es un dolor compartido con todos los padres que tienen sus bebes en cuidados intensivos, como si de algún modo los niños se volvieran hijos de todos.

El día que nos informan que le darán de alta, sin importarme donde estoy ni quien me mira, yo salto, bailo, grito, río, abrazo. La sobrina de Marcello que tiene unos 9 años le hace un cartel de bienvenida y le decora la casa con globos. Desde entonces han pasado 2 años y medio con la canción Juanita Bonita como banda sonora. Dos años en los cuales, periódicamente nuestra hija ha continuado a hacerse controles médicos 

Y si bien, esta experiencia hará siempre parte de su vida, ahora afrontamos este proceso con mayor conocimiento y tranquilidad. Juanita por su parte, está disfrutando otra importante aventura: está esperando un hermanito. Así como yo le leí, le canté y le conté cómo era el mundo cuando vivía en mi pancita; ahora ella en forma espontánea, amorosa y alegre hace lo mismo con su fratello. Comparte con él su particular modo de ver el mundo y lo hace participar en sus experiencias de vida. 

Tendría tanto para contarles de Juanita con sus gracias, su ingenio, sus ocurrencias…sin embargo me limito ha decir que la historia de Juanita nos ha dejado a todos los que la conocemos una enseñanza a nivel ortográfico. Ustedes se preguntarán qué tiene que ver la ortografía con lo que les acabo de contar. Pues muy sencillo, esta vivencia nos enseña que AMOR se escribe con JOTA.

Hanna Lucida
16 octubre 2015

miércoles, 23 de septiembre de 2015

CAPSULA DE REFLEXION: INMIGRACION HUMANITARIA HACIA EUROPA




Primero, cuando la mayoría de inmigrantes irregulares entraban a Europa por Lampedusa (Sicilia), decían que era un problema esclusivo de Italia la administración del flujo migratorio y que Italia se lamentaba por nada, pues aun no superaba la cuota de inmigrantes que le correspondía. Hasta que los refugiados diversificaron las rutas de ingreso en el viejo continente. La primera solución de los países civilizados y desarrollados fue levantar muros y llenar las fronteras de ejercito. 

Ahora en la Unión Europea se habla con tono "humanitario" y en voz alta con un termino que antes se usaba a baja voz y con calculadora en mano: Cuotas de Inmigrantes, que es como decir que si tengo una manzana y somos 4 personas y la manzana la divido en 8 pedazos, cuántos pedazos le tocan a cada uno?. La matemática no falla, pero la politica si. El problema humanitario queda en remojo como los frijoles para el almuerzo de mañana.

Hannalucida
Septiembre 23 de 2015




lunes, 22 de junio de 2015

SORPRESA

Ejercicio de junio del grupo Adictos a la Escritura.
Tema: El calor.


SORPRESA

Hace algunas semanas, mi esposo recoge a nuestra hija en el jardín infantil y ella le dice:

J- Papa, anche io voglio avere una sorella o un sorello, è uguale!

En resumidas cuentas ella también quiere tener una hermana o un hermano, le da igual una cosa o la otra. Además de su sorprendente petición, lo más simpático del asunto es que en italiano hermana se dice sorella, pero hermano se dice fratello y no sorello. Recordando este episodio cierro los ojos y con una sonrisa me voy quedando dormida.

Suena mi celular. Trato de salir del sueño en que estoy para responder. Cuando logro quitar las telarañas de mis ojos y de mi cerebro me dispongo a sentarme, pero me doy cuenta que estoy pegada a la cama con una cola hecha de sudor que no me permite moverme. Todo el día ha hecho un calor inclemente y temo que en el momento en el cual las primeras gotas de sudor enlodaron mi cerebro que pierde lucidez, yo comencé a derretirme, fundiendo mi cuerpo en el colchón. Ahora el colchón y yo somos una sola cosa.

Entreabro mis ojos e intento reincorporarme. Frente a mí, veo una señora que abre una maleta llena de ropitas diminutas. Intento alargar mi brazo derecho para responder al teléfono pero el brazo parece una tajada de queso derretido dentro de un sànduche. Miro del otro lado de la habitación y veo una niña pegada al seno de la mamá. Que fortuna la de la niña, al menos ella con este calor quedará fundida en el pecho materno lleno de amor y vitaminas.

Finalmente logro sentarme, entre mi espalda y el colchón una melaza de sudor me tiene aún unida a la cama como una marioneta guiada por hilos. 

Yo- Alò!

Mamá - Qué hubo negrita, qué pasó?

Yo- Hola! Venía sintiéndome débil, pero le dí la culpa al calor. El domingo no me sentía bien, no era capaz de mantenerme en pie, el tetero de Juanita me pesaba como si fuera de plomo, me temblaban las manos por la falta de fuerzas. Marcello se asustó al verme en este estado y corrió conmigo al hospital. Me atiende una doctora de pelo canoso, que parece una alemana enojada por el tono de su voz. Después de haberme examinado minuciosamente dice, no sé si en regaño o con la solemnidad del caso: “Señora, usted esta embarazada de ocho semanas”.

Mamá - Cómo está el bebé?

Yo - Pero a mi me vino la menstruación, le replico a la alemana enojada. 

Mamá - Como está el bebé?

Yo - La doctora me explica que no es mi ciclo menstrual, sino una amenaza de aborto. Marcello y yo quedamos mudos, no sé si por la noticia inesperada o por la impresión de que al mínimo descuido la alemana enojada nos puede fusilar por idiotas.

Mamá - Cómo está el bebé?

Yo - Debo decir que la doctora hizo una cosa muy bonita, le pidió a Marcello que se acercara para mostrarle el corazón del bebé y hacerle sentir el latido, tal vez en un intento de hacer regresar al padre de este niño a la vida, porque por un instante pareció fallecer. El corazón del bebé late con fuerza, significa que está vivo. El bebé está bien. Marcello finalmente sonríe y me felicita.

El calor, el sudor, el aire encerrado en una habitación llena de visitantes que vienen a conocer a los recién nacidos, hacen que el celular comience a derretirse en mi mano y mis párpados se vuelven de nuevo pesados. Bebo un sorbo de agua para evitar que la boca se me quede pegada. Mi madre y yo hablamos otro rato  y luego nos despedimos.

En la cama de frente a la mía esta una señora de Romanía, que ha traído al mundo un bebé de 4 kilos y medio. En la otra cama la mamá de dos gemelos acaba de tener a su tercera hija. Entre nosotras desde el primer instante se crea una comunión. Yo soy la más débil de las tres y también la mas sola, pues mi esposo se está repartiendo entre sus compromisos de trabajo, nuestra hija de 2 años y atender a su padre que esta postrado en una cama. Al hospital puede venir solo en la noche para visitarme y para traerme a Juanita.

Las otras dos señoras, sus familiares y amigos me cuidan y ayudan en mis primeros días aquí, pues yo no tengo alientos. Ellos me acompañan al baño  por miedo de que me les desmaye, me abren los contenedores de la comida que nos dan en el hospital y comparten conmigo las galletas y dulces que trajeron para celebrar el nacimiento de sus respectivos hijos. En Italia cuando nace un bebé, en la puerta de la habitación del hospital se pone un moño rosa y azul de acuerdo al sexo del recién nacido y se traen para compartir con doctores, enfermeras y las personas que visitan a las mamás bandejas llenas de dulces, galletas y almendras cubiertas de chocolate y una pasta dura de azúcar.

En mi tercer día soy casi totalmente autónoma, sólo las medicinas que me dan por vía intravenosa, me tienen amarrada a través de una aguja enterrada en mi brazo y una manguera a  un árbol de metal donde cuelga como una pera la botella con anticoagulante, con spasmex para evitar las contracciones y no sé que otras medicinas para ayudarme a aumentar mi hemograma que está  por el suelo. Pero hasta el árbol aprendo a manejarlo para poder al menos ir al baño o dar dos pasos que me ayuden a reactivar la circulaciòn, sin tener que molestar a mis compañeras de cuarto.

Llega una nueva paciente y la acomodan en la cama contigua a la mía. Nos saluda, se sienta en su rincón y se pone a leer un libro. Una niña de 6 años que está visitando al bebé de 4 kilos y medio, saca a flote su espíritu periodístico y nos hace una entrevista a cada una de las mujeres que estamos en la habitación. Quiere saber cómo nos llamamos, cuántos años tenemos, dónde están nuestros bebes, si ya nacieron o cuándo nacen, cómo se llamarán, etc.

Cuando le toca el turno a mi vecina de cama y la niña le pregunta por qué está en el hospital, me doy cuenta que se siente incomoda con la pregunta y no sabe que responder. Así que yo le digo a la niña que a veces venimos al hospital solo para descansar. La vecina de cama me da las gracias con la mirada, por haberla sacado del apuro. A mi la recién llegada se me parece a alguien que conozco en Colombia, aunque no logro precisar a quién. De todas formas le cuento su gran parecido con alguien que está del otro lado del océano. Ella me dice que el año pasado estuvo en Colombia, pues hizo un viaje que comenzó en México y terminó en los Andes. Aquí comienza una nueva amistad. A la mañana siguiente la pasan a la habitación del frente, pero cada tanto la una visita a la otra.

Las mamás se van para sus casa alegres con sus bebés y al puesto de ellas llega una joven italiana que al igual que yo está en el hospital por supuesta amenaza de aborto. Llega también una señora de Ucrania que está ilegalmente en Italia, pero que necesita hacerse controlar, pues en 7 meses de embarazo no se ha hecho ni siquiera un examen y fuma al menos 3 cigarrillos al día, pese a ésto, es la más saludable de todas. Con la llegada de ellas, me doy cuenta que yo pertenezco a otra época. Mientras ellas pasan sus día hablando en whatsapp, yo me traje un libro para acompañarme. Así la familia Buendìa con sus Cien Años de Soledad me hacen menos larga la espera del tiempo que no pasa.  

La ucraniana espera su tercera hija. Ella ha hecho una hija cada 8 años. Para Olga, la muchacha italiana, es su primer embarazo. Un poco a la vez, cuando ellas no están en el ciber espacio y yo no estoy en Macondo, comenzamos a hablar. La ucraniana nos muestra en su teléfono las maravillosas trenzas que le hace a la hija. Yo le pido que me peine también a mí y ella feliz acepta. Así amenos recupero un mínimo de vanidad, pues con el pasar de los días, los pelos bajo las axilas y en las piernas crecen, la imposibilidad de bañarnos hace que en nuestras cabezas sucias y grasosas se puedan fritar papas. Es que en nuestro reparto hay solo un baño con espejo, inodoro, lavamanos y lava culitos. Hay otro baño con inodoro y lavamanos. Así que nos hacemos a turnos un lavado de gatos. Ambos baños son usados también por las personas que vienen de visita.

Olga desde cuando llega está algo enojada, pues cuando le avisa a su jefa que no puede ir a trabajar por que tiene una amenaza de aborto, ésta en vez de preocuparse por la salud de su empleada, se limita a regañarla, como si fuera a faltar al trabajo por irresponsable y no por un asunto vital. Pero éste es solo el inicio de la aventura de Olga en el hospital.

A diferencia de la doctora que me atendió a mi, que lo primero que hizo fue hacerme sentir el corazón del bebé; el doctor que la atiende a ella le hace la ecografía, pero ni le gira la pantalla para que ella vea al bebé, ni le hace sentir el latido del corazón. Simplemente le dice que tiene una amenaza de aborto. Ella se dispone a llamar a su ginecólogo que trabaja en el mismo hospital pero que no es de turno, para avisarle el motivo por el cual está hospitalizada. Visto que no responde al teléfono, le envía un mensaje y el doctor le responde “ok, nos vemos el jueves”. Es martes, su doctor no la llama ni si quiera para preguntarle como está o cómo no está o para decirle que ya habló con sus colegas. Nada, un simple “ok, nos vemos el jueves”, dejan a Olga en un limbo.

Mientras en Macondo “lloviò cuatro años, once meses y dos días”, en el hospital no encontramos nada que nos alivie del calor del verano que entra con su sol picante y su aire húmedo por las ventanas y sale convertido en sudor por nuestros poros. Ni siquiera la noche nos refresca. Será que estoy delirando por el calor, serán las ganas de estar en la casa de mi mamá y no aquí, serán los antojos del embarazo, yo no lo sé, pero el olor a arepa de huevo, arroz con coco, pescado frito y patacón me despiertan a las 4:30 de la madrugada. Llega otra noche y a las 3:30 am todo a mi alrededor me huele a bandeja paisa y deseo inmediatamente unos buenos frijoles con carne molida, arroz, tajadas de plátano, huevo frito, ensalada de repollo y un chicharrón carnudo de 20 patas. La noche siguiente las lentejas me despiertan y la sopa de verdura que preparaba mi abuelita y la sopa de plátano de mi mamá y la torta de chocolate con arequipe que hace Isabel Vargas. Les juro que no tengo hambre, pero si no me envían por correo certificado algo que calme mis antojos, mi bebé nacerá con la boca abierta.

Luego de un par de días, viendo a Olga preocupada, le sugiero que en la próxima ecografía de control, pida que le hagan sentir el corazón, para que tenga la certeza de que el bebé está bien. Hasta ahora a mí ya me han hecho 3 ecografìas y me han explicado que se desprendió un pedazo de placenta, lo cual es grave, pero sé que mi bebé esta vivo y esto me tranquiliza.

Olga le pide a una enfermera controlar el corazón de su bebé, pero la enfermera casi se la come viva. Encuentra todas las excusas para no hacer la ecografìa: no se puede hacer la ecografia todos los días, el embrión es aun muy pequeño, no se ve nada, a 6 semanas no se siente aun el corazón, etc.

Nada de ésto es verdad, a mi me hicieron por 3 días consecutivos las ecografìas, a 6 semanas ya es posible sentir el corazón y a diferencia del parecer de la enfermera, de un día a otro a cambiado el cuadro médico de Olga.

Ese mismo día un doctor sorprendido de que en 3 días no le hayan hecho ninguna ecografia, decide controlar el latido del bebé. Pero una vez más no le gira la pantalla para que ella vea ni le hace sentir el pompom-pumpum de su hijo. Simplemente se limita a decirle que no se siente el corazón, que deben esperar un par de días, para volver a controlar.

El jueves en la noche viene su doctor, pero hace el giro de rutina con todas las mujeres que hay en el reparto, no se interesa en modo particular en el caso de su paciente. Sin embargo ella le cuenta preocupada que no se siente el corazón del bebé. El doctor promete hacernos una ecografìa a ambas a la mañana siguiente. En la ecografìa de las 8 am, el corazón del bebé de Olga se siente, pero se ha desprendido un pedacito de placenta. A las 8 pm, Otro doctor le efectúa otra ecografìa y le dice que no solo no hay ningún desprendimiento de la placenta, sino que los corazones que laten son dos. 

Olga espera gemelos. Uno se comenzó a desarrollar después del otro, así que uno es grande y el otro minúsculo. Estas cosas pueden pasar, por que a veces los gemelos tienen hasta 15 días de diferencia en su desarrollo. A este punto Olga no sabe si debe celebrar la noticia o si debe mandar a todos los médicos a la conchinchina, pues tanta confusión la tienen aturdida. A la mañana siguiente una última ecografìa confirma que no hay ninguna amenaza de aborto, ningún desprendimiento y ningún corazón que no late. Olga y sus gemelos están bien y se pueden ir para la casa, 

Una mariposa amarilla revolotea en mi ventana. Se habrá escapado del libro, pienso.

Mientras tanto, mi hija se está comportando como una niña grande durante mi ausencia. No hace ningún capricho, se deja bañar y vestir del padre, juega con él, desayuna con él, se hace consentir de él. Está tranquila con sus abuelos, tíos y primos. Aparentemente no le ha dado mamitis y ha entendido que la mamá no está bien. Cuando viene a visitarme al hospital, me saluda con beso y abrazo, me busca juego, pero es delicada. También le da besitos a su hermanito o hermanita a través de mi barriga. Yo le cuento lo que me han dicho los médicos y ella escucha atenta mi reporte medio inventado, pues un toque de fantasía es necesario. 

Luego ella me cuenta que se comportò bien, que se volvió grande por que se comió todo, que paso rico en la guardería, que jugó con Tata, que durmió con Tata la siesta, que construyo solita la torre mas alta del mundo, que cantó y bailó, que se vomitó encima de la abuelita, que lloró porque se cayó, que jugó a esconderse con el papá, que el papá se porta bien y la consiente. 

Sin embargo mi esposo me confiesa que ve mucha melancolía en los ojos de Juanita, así no llore, ni se queje, ni pida a gritos a la mamá. Es como si buscara con la mirada algo que se le perdió, me dice.  Entonces mi corazón de mamá quiere regresar a la casa, pero mi cuerpo aún se siente débil y vulnerable, los médicos lo saben y alargan mi estadía en el hospital.

El reparto de ginecología se va quedando vacío. Quedamos en una habitación una hindú que con parto natural trajo al mundo una bebé de más de 4 kilos; una señora que debe ser operada en otra habitación; Laura en su habitación y yo en la mía. Es como estar en un desierto caliente y desolado, donde el tiempo cada vez pasa más lentamente.

Laura, al igual que yo, se hace acompañar de un libro. Bueno, ella tiene un celular moderno, no como el mio que en vez de enviar mensajes envía señales de humo, pero también dedica parte de su tiempo a la lectura, lo cual me hace sentir menos anormal y arcaica. Ella ha viajado por medio mundo en misiones humanitarias, mientras yo soy curiosa de conocer a la humanidad que vive en el resto del mundo. Claro que un pedacito del mapa mundo lo conozco en persona, pero quiero conocer más. Así que hablamos de gastronomía internacional, de frutas, de Nápoles subterráneo, de nuestras madres, de lo divino y de lo humano. Tratamos de ponerle humor a nuestras vidas solitarias dentro del hospital.

Finalmente llega para mi el momento de regresar a la casa. Justo cuando me faltan sólo 70 páginas para terminar los Cien Años de Soledad. Cuando el doctor me da de alta, casi le ruego que me deje otro día más para poder terminar en santa paz el libro. 

Al recogerme, mi esposo lo primero que hace es acariciar mi pancita y saludar al bebé. Mi hija cuando me ve llegar a la casa grita “mamà, mamà” con la vos quebradiza. Nos abrazamos fuerte, le digo que la quiero. Los caprichos que no había hecho en una semana, los hace a mi llegada. Me pide que la acompañe a la cama, se acuesta y llora. Yo la abrazo, le doy besitos, la consuelo. Ella se calma y se pone a jugar. Yo aprovecho para bañarme. Apenas mi grasiento y sudoroso pelo entra en contacto con el agua, siento como si una capa de manteca se deslizara por mi cabeza. Me echo 3 veces champú para sentirme psicológicamente limpia.

Mientras almorzamos junto a la familia de Marcello, mi hija me dice:

J- No puedes hablar con nadie, solo conmigo. Te mando yo!

Le sonrío, le hago una caricia y ella baja la guardia. Luego nos vamos a descansar. El calor del verano tienen la habitación convertida en un horno. Me siento derretir como un bombón que se vuelve taza de chocolate. Trato de dormir, pero mi hija con sus manos me abre los ojos, me canta kikiriki como un gallo, salta sobre la cama, me canta  alguna canción y hasta me cuenta una historia y me pide que haga gimnasia con ella. Yo medio inconsciente por la humedad que hierve en mi cerebro trato de escucharla, de responderle, de jugar, pero cuando menos pienso, unas gotas de sudor me cierran los párpados y yo quedo inconsciente. 

Llega el lunes, mi hija se despierta temprano y se prepara para irse con el papá. Cuando nos despedimos, me da un abrazo fuerte, un beso dulce y me dice:

J- Tu regresa a dormir, porque aun no estás bien. 

Luego me canta al oído “se non stai bene, ti devi riposare, se non stai bene, ti devi riposare”,  (si no estás bien debes descansar).


Hanna Lucida
2015

sábado, 9 de mayo de 2015

PARA TODOS LOS HIJOS DEL MUNDO.



Desde el momento en el cual le anuncie al mundo de estar embarazada, una avalancha de consejos me cayó encima:

Varias experimentadas mamás con cigarrillo encendido en mano dicen “no comas lechuga que te da toxoplasmosis”.

Yo -Señoras apaguen el cigarrillo que nos da un cancer.

Ellas- Lava la lechuga antes de comerla.

Yo- Acaso antes del embarazo me la comía untada de tierra?

Ellas - No comas pescado, ni frutos del mar, ni esto ni aquello.

Yo -En realidad la coca cola que tienen en la mano hace mas daño que el delicioso pescado que esta en mi plato.

Ellas - Coma esto y esto y aquello para que no quede con antojos.

Yo - Gracias por querer consentirnos, pero no es necesario que me embutan comida.

Ellas - No se pare, no se agache, no use tacón, no maneje, no monte en bicicleta…

El único consejo sensato desde mi punto de vista para las mujeres que desean ser mamás es “duerma todo lo que pueda ahora, porque después no volverá a dormir”. Es increíble como una nausea, un antojo, una patadita, los posibles nombres que te vienen en mente, imaginar su carita, la panza que crece y dificulta tus movimientos, el apetito sexual o los pies hinchados, te puedan desvelar ya antes de la llegada al mundo del bebé.

Cuando el bebé llega a la casa, uno no le quiere quitar los ojos de encima, uno no se quiere perder ni un suspiro. pero incluso cuando el cansancio te puede y decides concederte una dormidita, tu oído se vuelve hiper sensible como si fuera un micro chip conectado a tu hijo que le pasa información en forma minuciosa a tu cerebro y no lo deja descansar.

Al inicio duermen contigo para facilitar la tarea de alimentarlos. Las que tienen bebes con apetito nocturno  o han debido combatir con los cólicos del bebé post alactamento saben lo empeñativo que es el tema de la alimentación.

Luego llega el tan anhelado día en el cual el bebé va a dormir en su habitación y una ingenua cree que ambos dormirán mejor. La realidad es que él sabe que lo abandonarás y si lo acuestas en su cuna llora. Tu lo tomas de nuevo entre tus brazos, lo arrullas cantando y caminando por toda la habitación, porque si te quedas quieta él llora. Esos 5 kilos que tratas de hacer dormir comienzan a pesar como si fueran 100 toneladas de piedra. A un cierto punto cuando no sientes más tus brazos, el bebé se relaja, se duerme, suspira. Tu despacio y delicadamente lo pones en la cuna, te das la bendición pidiendo al cielo que no se despierte. Sales caminando en punta de pies y cuando cruzas la puerta del cuarto, una alarma se dispara en el cerebro de tu hijo que comienza de nuevo a llorar.

A la mañana siguiente te levantas y corres al baño para hacer una pipí sola y tranquila, pero la alarma en el cerebro de tu hijo también se activa cuando estas por dejar salir el primer chorlito, cuando abres el agua de la ducha, cuando te vas a depilar las piernas, cuando vas a hacer el amor y cuando durante el almuerzo estas por meter la primera cucharada en la boca. Entonces terminas orinando con ellos pegados a tu pecho, posponiendo la duchada para más tarde, renunciando a ponerte tu falda favorita, haciendo el amor como dos actores del cine mudo y almorzando frío.

Y mientras haces todas estas pequeñas renuncias, te preguntas si tu hijo un día valorara las noches no dormidas, tus axilas sudadas, tus piernas peludas, tu cine mudo, tu dieta a base de platos fríos. O si por el contrario te dará la culpa de todos sus traumas futuros. 

Espero que todos los hijos del mundo elijan la primera opción, porque el amor más grande y puro que existe es el que nos despiertan los hijos. 

Y así hayamos sido mamás imperfectas y hayamos comido lechuga con pescado y así no nos hayan dado antojos y así hayamos usado tacón y en vez de dormir tanto hayamos trasnochamos parrandeando hasta el cansancio, y así en el futuro la imperfección continúe a caminar de nuestra mano y la alarme en sus cerebros continúe a sonar en los momentos más inoportunos, al menos por hoy digamos gracias por ser parte el uno del otro.

Hanna Lucida
2015


viernes, 8 de mayo de 2015

COSA DOVREMMO FARE?

Fuori al bar c’è un manifesto dove il sindaco afirma che non farà entrare gli stranieri a Cellole. Intendendo per stranieri i profughi africani che arrivano in Italia, attraverso le coste della Sicilia.  

Non è la prima volta che in paese corre la voce della sistemazione di queste persone nella zona balnearia di Bahia Domizia, ma si è la prima volta che il sindaco si pronunzia pubblicamente. L’animo della popolazione un paio di anni fa, così come adesso, è di rifiuto. Prima si parlava dei danni che dopo il terremoto degli anni 80 ha subito Bahia Domizia per colpa dei terremotati napoletani che sono stati accolti. Se diceva che quella zona non si era più ripresa d’ allora. Si pensava che se nel 2012 arrivavano i profughi era la fine per il turismo. Si ricordava come chi ricorda un vecchio amore l’ epoca d’ oro di Bahia Domizia.

Secondo me è inutile dare colpa a chi no c’è più e ancora meno a chi non c’è mai stato. Forze tutto il bello e tutto il bruto che avviamo e grazie a chi per anni ha gestito nostro territorio

Adesso siamo nel 2015, il cartello fuori del bar sembra mostrare la ferrea posizione di chi governa in paese nel confronto dei profughi e fa anche capire che questa volta non è una semplice voce che va in giro. Gli albergatori della zona hanno comunque la libertà di scegliere se accogliere o meno gli africani nelle loro alberghi. Chi accoglie i disperati  ha un aiuto economico e anche i disperati stesi qualche euro mensile avranno. 

Mentre gli albergatori decidono se gli accolgono, io mi chiedo cosa dovremmo fare. con queste immigranti? Dovremmo chiudere la porta in faccia e ignorare il loro drama? Dovremmo sentire pena per non avere le strutture adatte per accoglierli? Dovremmo essere onesti e dirli che questa non è la terra della speranza? Dovremmo guardarli negli occhi per dire che anche noi siamo disperati, disoccupati, affamati? Dovremmo fare fronte elle nostre paure nel loro confronto?

Questa è la verità, un po’ di paura c’è. Paura delle malattie que possano mischiarci,  quando l’unica malattia da combattere è il cancro delle guerre. Paura di essere dirupati di questi neri senza lavoro, dimenticando che loro sono la vittima e non il carnefice. Paura o forse invidia di vedere gli aiuti economici che anno mentre noi ci arranchiamo, ma alla fine anche loro si devono arranciare, perché sono altri (la lista è lunga) a guadagnare con il loro drama. Paura, paura, paura.  E loro che la paura, quella vera, la hanno abbracciata mentre scappavano di casa, cosa pensano di noi?   

Gli albergatori, il Comune di Cellole e la Questura di Caserta hanno deciso di preservare la nostra zona balnearia. A sorpresa però, un grupo d’immigranti sono arrivati a Cellole. Una cooperativa di Castellamare  di Stabia che ha vinto una gara per “prendere cura” degli migranti, al improviso ha una sede qua in paese e quindi li porta da noi, Ma noi no sappiamo il loro nome ne la loro istoria, non sappiamo quale sono i loro futuri progetti. Non sappiamo niente di loro e loro non sanno niente di noi, perché non c’ è stato un lavoro previo con la comunità che doveva a coglierli, è mancata una sensibilizzazione a traverso le scuole o le chiese per sapere nel nostro piccolo come posiamo aiutarli, nessuno ha  preparato ai cellolesi per superare la paura e soprattutto la ignoranza. 


In tanto un pezzo di Africa soggiorna a Cellole. Con questi 24 ragazzi africani è arrivato anche il tanto desiderato caldo. Tra po noi andremo a divertirci nella spiaggia, mentre il problema migrazione continuara ad anegare in mare.

lunes, 27 de abril de 2015

MISIÓN ESPACIAL

Proyecto de Abril - Mayo del grupo Adictos a la Escritura. Parte uno. 


MISIÓN ESPACIAL

Es un día de sol. A decir la verdad es el primer día de sol, después de un largo invierno. Los pájaros silban alegremente. Las pequeñas arañas rojas caminan sobre las barandas de los balcones y las lagartijas buscan el calor de los muros.

Hoy no hay escuela, por esto el parque infantil está lleno. Rosa, Violeta y Celeste, con sus vestidos primaverales y sus largas trenzas, se balancean en los columpios, prestando atención para no ensuciarse; mientras Rojo, Naranja  y Verde se tiran por el tobogán, unas veces cada uno solo y otras veces en trencito. Verde no es delicada y dulce como sus amigas, a ella le gustan los juegos donde puede vivir fuertes emociones. Saltar, correr, trepar y comer mango viche con sal la hacen feliz.

Amarillo, por su parte, prefiere jugar con su amiga Blanca a la pelota. Amarillo ama las formas redondas, dice que son las que mejor se adaptan a su personalidad, por eso canicas, pelotas, tapas, aros y todo lo que gire o rebote lo utiliza como juguete. Blanca prefiere las formas triangulares, pero disfruta siempre de la alegre compañía de Amarillo.

Negro es el màs grande de todos. Bueno, lo es sólo por un par de meses, pero él se siente un tris màs maduro y esto lo ayuda a ser un buen líder y a reunir a todos los amigos cuando de ayudar a alguien o de divertirse se trata.  Por eso, cuando ve a Gris sentado bajo el árbol de mangos, cabizbajo y triste, se acerca para saber qué lo entristece.

Gris le cuenta que se puso sus zapatos favoritos para venir al parque. Son unos tenis de tela con un cohete dibujado en el zapato  derecho y un astronauta en el izquierdo. Como hace calor, se quita los zapatos y no sabiendo dónde dejarlos mientras se une al tren de Rojo, Naranja y Verde, decide que lo mejor es jugar al astronauta. Así que, tira sus zapatos hacia arriba una y otra vez con la ilusión de ver a su cohete y a su astronauta atravesar el cielo. Los tenis caen siempre sobre la hierba del parque y Gris los lanza de nuevo, cada vez con más fuerza, hasta que en uno de sus lanzos ni cohete ni astronauta vuelven a aterrizar.

Gris está preocupado por la suerte del astronauta, por el estado de la astronave, pero sobre todo, le preocupa la pela que le van a dar cuando regrese a su casa sin zapatos.

Negro se mete el dedo índice y el del corazón en la boca y con un fuerte silbido  convoca a reunión a todos sus amigos que están en el parque. Violeta, Rosa y Celeste vienen salticando; Rojo, Naranja y Verde aprovechan la ocasión para apostar una carrera, así que corren rápidamente; mientras Blanca y Amarillo llegan dando vueltas canelas. Una vez reunidos se sientan en círculo alrededor de Negro, quien les explica la situación de Gris. Deciden hacer una lluvia de ideas para encontrarle solución al problema. 

Rojo propone inventarse una mentira para contarle a los papás de Gris. Rosa piensa que es una mala idea.

- Es mejor decir siempre la verdad. 

Para Naranja la solución es dividirse en escuadra para buscar los zapatos; Verde preferiría hacer merienda antes de comenzar la búsqueda. 

Al improviso a todos les da hambre, pero ninguno ha traído comida ni tienen monedas para comprar algo en el kiosco. Verde, que es muy hábil trepando, se sube al árbol de mangos  para coger algunos frutos y compartirlos con sus amigos. En las primeras ramas se encuentra los mangos viches como le gustan a ella, así que coge un par y los mete en el bolsillo de su chaqueta. Pero como los demás prefieren el fruto maduro y dulce, Verde se trepa mas arriba para alcanzar las ramas más altas. Mientras sube, se da cuenta de que en la copa del árbol están el astronauta y su nave. 

-Están sanos y salvos!

Grita Verde. Los demás la miran sin entender. 

-¡Los encontré, el astronauta y el cohete están sanos y salvos!

Insiste Verde mientras trata de subir lo más alto posible. Mano a mano que sube, recoge mangos maduros y los pone en los bolsillos del pantalón. Pese a su talento para trepar, no alcanza la rama donde están los zapatos de Gris. Y para colmo de males, tampoco es capaz de bajarse del árbol.

Blanca, Rosa, Violeta y Celeste le quitan los cordones a sus zapatos y le piden a los demás hacer lo mismo. Así amarran los cordones entre ellos para formar una cuerda que se hace cada vez más larga gracias a la ayuda de Fucsia, Morado, Marrón, Lila, Dorado, Plateado, Verdeazul, Ocre y a todos los demás que se unieron al salvamento.

Amarillo tiene consigo una pelota loca, de esas pequeñas que rebotan eternamente. Tal vez con ella puedan darle un golpe a los zapatos que los haga caer. Rojo se sube al árbol con la cuerda en un bolsillo y la pelota loca en el otro. Cuando alcanza a Verde, entre los dos amarran un lado de la cuerda a la rama. Luego estudian el tiro que van a hacer, pues tienen una sola oportunidad para dar en el blanco. Bajo el árbol de mangos todos mantienen el respiro mientras Rojo lanza la pelota. 

-Vivaaaaaaa!!!


Gritan todos al unísono mientras aplauden emocionados. La puntería de Rojo es perfecta y hace caer al astronauta y su nave. Ahora Verde también deja caer los mangos que había recogido para estar más ligera y teniéndose de la cuerda de cordones se lisa. Rojo la sigue.Hay una emoción latente en el aire. Todos ríen, se abrazan, se dan las gracias los unos a los otros. Gris no puede dejar de sonreír. Para agradecerle a sus amigos, los invita a su casa, donde con los mangos la mamà de Rojo prepara un jugo con el cual brindan por el buen fin de la misión espacial.

jueves, 23 de abril de 2015

ADIÓS

Este texto fue sentido, pensado y escrito originalmente en italiano. Una de mis lectoras que conoce ambas lenguas hizo ésta traducción para mi y yo la quiero compartir con los demás seguidores de LETRAMARILLA. 

ADIÓS

Me encuentro junto a mi esposo en la iglesia para darle el último adiós al tío Michelle. Él es toda una institución en el pueblo donde vivimos. Durante años ha llevado noticias y textos escolares a generaciones de celloleses., pues trabajaba en el kiosco donde se compran los periódicos y los libros. La iglesia está muy llena, nadie ha querido faltar, en el corazón de las personas hay luto general. El padre con su voz de poeta da un bello discurso sobre el amor, la importancia de compartir, la amistad. 

Yo no hago más que pensar en los míos. Pienso en el día en el que me iré. No habrá tanta gente. Las personas que me llevan en su corazón están del otro lado del océano. También pienso en el océano que me aleja de ellos, pienso en mi temor de no estar allí para despedirme cuando ellos no estén más, ni para abrazar al resto de la familia, así como ellos me abrazaron a mí desde el primer adiós. 

La primera vez que me despedí de alguien tenía dos años, era mi papá. Nuestra familia jamás nos hizo sentir como pobres huérfanos. Al contrario, nos dieron una infancia feliz donde incluso ir al cementerio para visitar a mi papá, era un momento bonito para compartir con nuestra mamá.

Los abuelos maternos nos ayudaron a crecer, porque nuestra mamá debía ir a trabajar. El abuelo y sus reglas nos hicieron personas de bien. La abuela, creo que nos transmitió su creatividad. Ambos fueron un ejemplo de generosidad, de unión y complicidad.

Un día mi abuela le dijo a mi hermana, que todavía era una jovencita:

-Me estoy muriendo. Llama a tu mamá y haz que me lleven al hospital.

Después le pidió que hiciera algunos mandados, sin dejar que el abuelo la descubriera. No quería morir frente a él, lo quería mucho como para hacerlo sufrir. Nosotros aún éramos pequeños, pero el sentido de la muerte era mucho más claro. Se iba otro de los soportes de nuestra vida. Pero la cosa más dura era ver a ese hombre locamente enamorado de su mujer, profundamente solo, triste, perdido.

Afortunadamente la vida está llena de sorpresas y así, entre los nietos recién nacidos y un pedacito de tierra en el campo, el corazón del abuelo sonrió de nuevo, dándole sentido también a nuestras jóvenes vidas.


Han pasado algunos años, llegaron los primeros amores, el grado de la universidad y este viaje que me ha cambiado un poco la vida.

En mi ciudad, el servicio fúnebre viste y maquilla al difunto, y lo organiza en el ataúd, además incluye lo que llaman una “sala de velación”, donde la familia del difunto recibe las condolencias, sin tener que preocuparse de tener la casa limpia y ordenada, ni de amarrar un pañuelo alrededor de la mandíbula del muerto antes de que el cuerpo se enfríe, para que no quede con la boca abierta. De hecho, no tenemos que pensar en nada porque el servicio incluye café, aromática y un caldo, en caso de que alguien lo requiera. En la sala de velación también están los baños y una piecita con una cama para que el cliente descanse o por si alguien tiene un malestar. 

En Cellole la costumbre es tener al muerto en casa sobre la cama, así quien quiera puede saludarlo y darle las condolencias a los familiares. A mí eso me impresiona. Me da cosa sobre todo ver al muerto. Me llama la atención la naturalidad con la que se acercan, tocan al difunto y se hacen la cruz, y cómo se sientan al lado a hacer visita. Me da impresión tener un muerto así de cerca, tan visible. Me angustia pensar que un día tendré que ayudar a organizar a algún pariente. Por eso, cuando regresamos a casa le digo a mi esposo:

-¡Júrame que no te vas a ir antes que yo! 

No solo no soy práctica con estos protocolos, ademàs, con los años la muerte de las personas que he amado ha dejado un vacío y un gran dolor. Cuando mi primo Miguel Ángel, con quien crecí, murió súbitamente
, siendo aún muy joven, los huesos me dolieron por meses. Cuando murió mi abuelo, delante de nosotros apareció el dolor, la gratitud, el orgullo de ser sus nietos, la incerteza del futuro.

En Cellole, en el ataúd se mete un santo, un objeto de la persona muerta y… A mí me pueden cremar y tirarme al mar en dirección a América, así tal vez, tarde o temprano, llego a mi casa. Yo no quiero una misa, porque no soy católica, el padre ni siquiera conoce mi nombre y yo a la casa del Señor voy solamente para bautizos, matrimonios y funerales. Yo preferiría para mi último adiós una reunión íntima, entre amigos, con música alegre, tipo salsa, son cubano, latin jazz y por qué no, en lugar del café pueden ofrecer un buen mojito. En el caso de que mi marido y mi hija no quieran cremarme, en mi ataúd pueden meter un arcángel San Miguel y una barra de chocolate, no sea que me dé cualquier antojo en el paraíso. Y si alguien quiere llevarme flores, que sean rosas amarillas.

Hablando con mi amiga María Isabel, también ella lejana de nuestra tierra, y por tanto comprensiva con el miedo de no estar cerca de nuestros familiares, y al mismo tiempo compartiendo ese sentimiento de gratitud cuando encuentras en este viaje personas que te aprecian, que te quieren, que saben ser amigas, llegamos a esta conclusión: algunas personas no se van jamás.

No se trata de una cuestión paranormal, sino de afecto. Por ejemplo, después de 30 años de su muerte, la unión entre una de mis hermanas y mi papá sigue siendo muy fuerte, y yo estuve celosa por años, hasta cuando nació mi hija, y por primera vez sentí una fuerte presencia de mi papá a su lado, durante todos los largos meses que permaneció en el hospital.

Mi abuela, en cambio, cuando yo era pequeña me tomaba de la mano cuando yo tenía miedo. No físicamente, porque había muerto, pero su imagen de mujer protectora me confortaba. Mientras mi abuelo, con quien a veces peleaba siendo adolescente aunque lo quería mucho, es cómplice de este amor que me une a mi esposo y mi hija. 

Hubo un ex novio que mi abuelo descalificó a primera vista. Poco después de su muerte, durante una semana soñé que mi abuelo estaba muy bravo conmigo y yo lloraba y le rogaba que me perdonara por lo que fuera que hubiese hecho, pero mi abuelo me miraba mal y no me respondía. La última vez que mi abuelo apareció en mi sueño, me dijo “¡Con este, no!”, refiriéndose al ex que no le agradaba. Por muchos otros motivos, que no tienen nada que ver con la semana de pesadillas, rompí de raíz las relaciones con esa persona y seguí adelante con mi vida.

Un día cualquiera me llama quien más tarde sería mi esposo, para decirme que quería venir a visitarme en Colombia. Ambos estábamos emocionados por este reencuentro y al mismo tiempo ansiosos por saber si existiría todavía la magia del primer encuentro. Poco antes de la llegada del “amigo italiano” a Colombia, mi abuelo apareció de nuevo en mis sueños. Esta vez el amigo italiano llamó a la puerta y cuando corrí a abrirle, mi abuelo me pidió con una seña que me detuviera, después me sonrió, era una sonrisa cómplice. Asì que fue mi abuelo quien abrió la puerta de casa.

Mi abuelo no solo fue el primero en darle la bienvenida en la familia a mi esposo, además cada día me acompaña con sus risas, su ira, su generosidad, sus consejos de hombre que ha vivido, sus valores, su manera de querernos, pero sobre todo, con su mirada profunda como la de mi hija. 

Autora: Hanna Lucida
2015


Traducciòn: Laura Dominguez