sábado, 9 de mayo de 2015

PARA TODOS LOS HIJOS DEL MUNDO.



Desde el momento en el cual le anuncie al mundo de estar embarazada, una avalancha de consejos me cayó encima:

Varias experimentadas mamás con cigarrillo encendido en mano dicen “no comas lechuga que te da toxoplasmosis”.

Yo -Señoras apaguen el cigarrillo que nos da un cancer.

Ellas- Lava la lechuga antes de comerla.

Yo- Acaso antes del embarazo me la comía untada de tierra?

Ellas - No comas pescado, ni frutos del mar, ni esto ni aquello.

Yo -En realidad la coca cola que tienen en la mano hace mas daño que el delicioso pescado que esta en mi plato.

Ellas - Coma esto y esto y aquello para que no quede con antojos.

Yo - Gracias por querer consentirnos, pero no es necesario que me embutan comida.

Ellas - No se pare, no se agache, no use tacón, no maneje, no monte en bicicleta…

El único consejo sensato desde mi punto de vista para las mujeres que desean ser mamás es “duerma todo lo que pueda ahora, porque después no volverá a dormir”. Es increíble como una nausea, un antojo, una patadita, los posibles nombres que te vienen en mente, imaginar su carita, la panza que crece y dificulta tus movimientos, el apetito sexual o los pies hinchados, te puedan desvelar ya antes de la llegada al mundo del bebé.

Cuando el bebé llega a la casa, uno no le quiere quitar los ojos de encima, uno no se quiere perder ni un suspiro. pero incluso cuando el cansancio te puede y decides concederte una dormidita, tu oído se vuelve hiper sensible como si fuera un micro chip conectado a tu hijo que le pasa información en forma minuciosa a tu cerebro y no lo deja descansar.

Al inicio duermen contigo para facilitar la tarea de alimentarlos. Las que tienen bebes con apetito nocturno  o han debido combatir con los cólicos del bebé post alactamento saben lo empeñativo que es el tema de la alimentación.

Luego llega el tan anhelado día en el cual el bebé va a dormir en su habitación y una ingenua cree que ambos dormirán mejor. La realidad es que él sabe que lo abandonarás y si lo acuestas en su cuna llora. Tu lo tomas de nuevo entre tus brazos, lo arrullas cantando y caminando por toda la habitación, porque si te quedas quieta él llora. Esos 5 kilos que tratas de hacer dormir comienzan a pesar como si fueran 100 toneladas de piedra. A un cierto punto cuando no sientes más tus brazos, el bebé se relaja, se duerme, suspira. Tu despacio y delicadamente lo pones en la cuna, te das la bendición pidiendo al cielo que no se despierte. Sales caminando en punta de pies y cuando cruzas la puerta del cuarto, una alarma se dispara en el cerebro de tu hijo que comienza de nuevo a llorar.

A la mañana siguiente te levantas y corres al baño para hacer una pipí sola y tranquila, pero la alarma en el cerebro de tu hijo también se activa cuando estas por dejar salir el primer chorlito, cuando abres el agua de la ducha, cuando te vas a depilar las piernas, cuando vas a hacer el amor y cuando durante el almuerzo estas por meter la primera cucharada en la boca. Entonces terminas orinando con ellos pegados a tu pecho, posponiendo la duchada para más tarde, renunciando a ponerte tu falda favorita, haciendo el amor como dos actores del cine mudo y almorzando frío.

Y mientras haces todas estas pequeñas renuncias, te preguntas si tu hijo un día valorara las noches no dormidas, tus axilas sudadas, tus piernas peludas, tu cine mudo, tu dieta a base de platos fríos. O si por el contrario te dará la culpa de todos sus traumas futuros. 

Espero que todos los hijos del mundo elijan la primera opción, porque el amor más grande y puro que existe es el que nos despiertan los hijos. 

Y así hayamos sido mamás imperfectas y hayamos comido lechuga con pescado y así no nos hayan dado antojos y así hayamos usado tacón y en vez de dormir tanto hayamos trasnochamos parrandeando hasta el cansancio, y así en el futuro la imperfección continúe a caminar de nuestra mano y la alarme en sus cerebros continúe a sonar en los momentos más inoportunos, al menos por hoy digamos gracias por ser parte el uno del otro.

Hanna Lucida
2015


viernes, 8 de mayo de 2015

COSA DOVREMMO FARE?

Fuori al bar c’è un manifesto dove il sindaco afirma che non farà entrare gli stranieri a Cellole. Intendendo per stranieri i profughi africani che arrivano in Italia, attraverso le coste della Sicilia.  

Non è la prima volta che in paese corre la voce della sistemazione di queste persone nella zona balnearia di Bahia Domizia, ma si è la prima volta che il sindaco si pronunzia pubblicamente. L’animo della popolazione un paio di anni fa, così come adesso, è di rifiuto. Prima si parlava dei danni che dopo il terremoto degli anni 80 ha subito Bahia Domizia per colpa dei terremotati napoletani che sono stati accolti. Se diceva che quella zona non si era più ripresa d’ allora. Si pensava che se nel 2012 arrivavano i profughi era la fine per il turismo. Si ricordava come chi ricorda un vecchio amore l’ epoca d’ oro di Bahia Domizia.

Secondo me è inutile dare colpa a chi no c’è più e ancora meno a chi non c’è mai stato. Forze tutto il bello e tutto il bruto che avviamo e grazie a chi per anni ha gestito nostro territorio

Adesso siamo nel 2015, il cartello fuori del bar sembra mostrare la ferrea posizione di chi governa in paese nel confronto dei profughi e fa anche capire che questa volta non è una semplice voce che va in giro. Gli albergatori della zona hanno comunque la libertà di scegliere se accogliere o meno gli africani nelle loro alberghi. Chi accoglie i disperati  ha un aiuto economico e anche i disperati stesi qualche euro mensile avranno. 

Mentre gli albergatori decidono se gli accolgono, io mi chiedo cosa dovremmo fare. con queste immigranti? Dovremmo chiudere la porta in faccia e ignorare il loro drama? Dovremmo sentire pena per non avere le strutture adatte per accoglierli? Dovremmo essere onesti e dirli che questa non è la terra della speranza? Dovremmo guardarli negli occhi per dire che anche noi siamo disperati, disoccupati, affamati? Dovremmo fare fronte elle nostre paure nel loro confronto?

Questa è la verità, un po’ di paura c’è. Paura delle malattie que possano mischiarci,  quando l’unica malattia da combattere è il cancro delle guerre. Paura di essere dirupati di questi neri senza lavoro, dimenticando che loro sono la vittima e non il carnefice. Paura o forse invidia di vedere gli aiuti economici che anno mentre noi ci arranchiamo, ma alla fine anche loro si devono arranciare, perché sono altri (la lista è lunga) a guadagnare con il loro drama. Paura, paura, paura.  E loro che la paura, quella vera, la hanno abbracciata mentre scappavano di casa, cosa pensano di noi?   

Gli albergatori, il Comune di Cellole e la Questura di Caserta hanno deciso di preservare la nostra zona balnearia. A sorpresa però, un grupo d’immigranti sono arrivati a Cellole. Una cooperativa di Castellamare  di Stabia che ha vinto una gara per “prendere cura” degli migranti, al improviso ha una sede qua in paese e quindi li porta da noi, Ma noi no sappiamo il loro nome ne la loro istoria, non sappiamo quale sono i loro futuri progetti. Non sappiamo niente di loro e loro non sanno niente di noi, perché non c’ è stato un lavoro previo con la comunità che doveva a coglierli, è mancata una sensibilizzazione a traverso le scuole o le chiese per sapere nel nostro piccolo come posiamo aiutarli, nessuno ha  preparato ai cellolesi per superare la paura e soprattutto la ignoranza. 


In tanto un pezzo di Africa soggiorna a Cellole. Con questi 24 ragazzi africani è arrivato anche il tanto desiderato caldo. Tra po noi andremo a divertirci nella spiaggia, mentre il problema migrazione continuara ad anegare in mare.