jueves, 4 de septiembre de 2025

DESPERTARES.

 jueves, 4 de septiembre de 2025


DESPERTARES.

 Me despierto temprano, mientras preparo el desayuno tomo el celular, controlo el horario y veo que me ha llegado un mensaje: Panda, Mauro y Chapu me han enviado un saludo con una foto de los tres en el concierto del grupo rock de otro amigo.

Me hace mucho bien el saludo mañanero de mis amigos, los que están en la ciudad de la eterna primavera. Recuerdo nuestras tertulias, nuestras idas al cine y nuestras trasnochadas bailando salsa. Agradezco nuestro último encuentro lleno de amor y de risas.


Un rato más tarde, me contactó otra amiga de la ciudad de la eterna primavera y comenzamos una tertulia de esas buenas, de las que merecen ser acompañadas con pan y café. Sé que suena más intelectual decir acompañada con un buen vino, pero esta conversación es entre dos amigas montañeras que saben apreciar la cafeína y el carbohidrato. 


Me pregunta cómo está la situación en Europa con toda esa ultraderecha al poder y si es verdad que nos estamos preparando para la guerra.  Le digo que justo en ese momento en el canal de televisión donde aún invitan intelectuales de un cierto nivel, de los que acompañan las conversaciones con un buen vino, han leído un fragmento de un discurso de Mussolini, en el cual dice que le han llegado quejas de los hebreos sobre una posible persecución exigida por Alemania. 


A este temor Mussolini responde diciendo que no ha recibido ninguna petición de parte de los alemanes, que aquí (en Italia) no es pasando nada y que por demás no sería práctico perseguir a los hebreos porque se harían las víctimas y serían ayudados por los demás hebreos de todo el mundo, que hay otros modos de atacarlos, porque desde el punto de vista económico nos sirven  como la levadura sirve al pan: en pequeñas dosis. 


Palabras más palabras menos es lo mismo que los gobiernos de derecha nos dicen hoy, no respecto a los hebreos, sino en general sobre la persecución a los migrantes, sobre todo a los de color lenteja o chocolate, cuando se les reclama por la obsesión de dificultarles a las ONG's el socorro en el Mediterráneo, sobre la ineficacia por motivos de espacio insuficiente o de falta de recursos en la gestión de los centros creados para acoger momentáneamente migrantes recién llegados.


En algunos casos en los centros de repatriación los migrantes son víctimas de violencia y tantas veces terminan en estos centros porque la lentitud del ente encargado de dar y renovar los permisos de soggiorno (estadía), los deja en estado de ilegalidad ante las autoridades, ante la búsqueda de un trabajo y ante mafias que se aprovechan de la necesidad y la desesperación.


Se les reclama también el no dar nacionalidad a los niños nacidos en nuestro territorio, la intolerancia unas veces de frente a quien es diferente y la indiferencia en otras ocasiones en relación con las tragedias humanas en el Mediterráneo o en Los Balcanes o en la periferia europea o en Medio Oriente o en el Continente Negro.  


Nos dicen, no somos racistas o fascistas o cualquier otro ista negativo, pero… Y aquí inicia la propaganda contra esa parte de humanidad que no les gusta. 


Ante la pregunta legítima de parte de la opinión pública sobre el porqué no rompen relaciones diplomáticas con Netanyahu y no aplican sanciones como lo hicieron con Rusia y no crearon corredores humanitarios como con Ucrania…Me temo que la respuesta es que esto conlleva a tener que recibir muchos palestinos y como decía Mussolini, se necesitan pocos migrantes. Y como dice la derecha del 2025, ya tenemos muchos y se corre el riesgo de perder la propia identidad racial y de valores cristianos, aunque en realidad acoger al necesitado es un valor cristiano, preferir que se ahogue en el mar o que sea torturado en Libia con tal de que no venga a darnos fastidio, no.  


Y desde el punto de vista científico e histórico no existe la raza pura, de una parte, porque la especie humana es una única cosa, y de la otra, porque lo que hoy es Italia (como tantos otros países), ha conquistado por ejemplo durante el imperio romano vastos territorios en el norte de Europa como en el norte del África y el cercano oriente y ha sido conquistada en pequeñas fracciones y en diferentes momentos históricos de etruscos, rbaros, franceses, españoles, turcos, alemanes.


Ha sido puerto de cambio de mercancías y de bienes culturales durante siglos y en los tiempos modernos el comercio y el turismo mueven mareas de gente en visita en la botica de Europa. Y todos estos procesos han generado desde hace varios siglos atrás mezcla de espermatozoides y ovarios entre personas que pertenecieron a culturas y áreas geográficas diferentes. Yo misma hago parte de ese proceso de mezcla entre ovarios de la ciudad de la eterna primavera y espermatozoides del meridión.    


Y las izquierdas? En general hablan de problemas primarios como educación y salud y se dicen favorables al socorro en el Mediterráneo, y contrarios a la explotación laboral de los migrantes y al saludo romano que grupos neo fascistas hacen sin ningún pudor porque se sienten “autorizados” por los gobernantes. 


Aunque la izquierda tiene razón en que defender la educación y la salud pública es fundamental y en criticar las formas varias de racismo, a veces se quedan en la dialéctica sin pasar a la práctica o se atascan en discusiones internas entre progresistas y radicales.


Bueno, lo mío también es dialéctica acompañada con pan y café, pero yo soy una simple ama de casa que quiere a sus hijos y a la cual le preocupa la infancia de los hijos de otras mamás que no conozco, que viven lejos y a los cuales les toca obligados ser niños soldados en Colombia o en El Congo o niñas esposas en India o morir de hambre y de bombardeos contemporáneamente en Palestina.


Me preocupan los niños cuyo destino fue ser robados en Ucrania al inicio de la guerra para ser llevados en Rusia y de los cuales no se sabe nada o las niñas afganas condenadas a la ignorancia y los niños afganos que pueden ir a la escuela pero que no tienen derecho a una educación libre. Pienso también en los niños que llegan pobres y exhaustos a Italia después de haber sobrevivido al desierto y al mar. Pienso a los que corren con algo más de fortuna, porque sus padres un trabajo legal, aunque humilde, lo han encontrado en este país. 


Pienso a todos ellos en una ruidosa clase en cualquier escuela de Italia, donde se habla un idioma que a mala pena conocen y donde a casi nadie le interesa saber de dónde vienen ni para dónde van, cuál es la historia que los acompaña, cuáles cosas nos pueden enseñar ni el modo mejor de ayudarlos a integrar. 


Pienso a los gobernantes a los cuales esa infancia importa un poco menos, a los gobernantes que atacan a los magistrados, espían a los periodistas, que patrocinan a la guardia líbica aún sabiendo de las violaciones, torturas y extorsiones a las que someten a los migrantes (niños incluidos) y no obstante estas guardias en más de una ocasión hayan disparado contra pescadores italianos que pescaban mar adentro, es decir, que no trafican seres humanos, y contra ONG’s que intentan salvar de morir ahogados en el mar a seres humanos que además de haber sido ultrajados, le han tenido que pagar a la guardia líbica para poderse embarcar.  


Gobernantes que hoy dicen con desaliento unos y con tardío entusiasmo otros, que piensan reconocer el Estado de Palestina ante la ONU (unos 150 países ya la reconocen desde hace algún tiempo) y que hay que hacer algo para evitar que los niños en Gaza mueran de hambre…Aparte de las ONG en campo, los primeros gobiernos que se pronunciaron contra la brutalidad de Israel fueron los africanos y algunos sudamericanos, países que tomaron medidas rompiendo por ejemplo relaciones comerciales con Israel, pero que no tienen gran peso en el mapa geopolítico.


Se pronunció también contraria la población civil de Israel, a pesar del grave, inhumano y desgarrador ataque sufrido el 7 de octubre de 2023 por parte de Hamas que es la autoridad en Palestina, pero no son perita en dulce ni ejemplo de valores humanistas. Aún las personas en Israel se pronuncian cotidianamente recordando las propias víctimas y pidiendo el fin de esta guerra sin límites contra los palestinos. Un duelo difícil y doloroso convertido en canto, en oración, en petición de justicia y paz, no en venganza.


Los gobiernos grandes y fuertes, esos que cuentan geopolíticamente, poco han hecho y además borran con el codo lo que hacen con la mano. Mandan ayudas, pero dejan que las bloqueen en la frontera, hablan de paz pero envían armas, hablan de diplomacia, pero dejan que un solo gobernante condene a los niños de otra nación a la mutilación dejándolos minusválidos, huérfanos, desnutridos, sin instrucción y pobres si todo les va bien. Porque la otra posibilidad a la cual los ha condenado es a la lenta y agónica muerte por hambre y deshidratación o la rápida y asustadora muerte por bombardeo.


La sociedad civil a lo largo y ancho del mundo ha marchado, protestado, expresado artísticamente, ha hecho gestos simbólicos y pacíficos a favor de palestina y en contra de la invasión israelí en Gaza. Aunque hay una parte menor de población, pero a mi modo de ver peligrosa, que ha manipulado este momento de malestar colectivo para ratificar, difundir y radicalizar el odio contra los hebreos.  


En cada conflicto, hay gente que cree que excluir deportistas, científicos, intelectuales y artistas de competencias, convenios y muestras sea la cosa justa, y otras como yo que piensan que no sirve castigarlos y privarlos de participar, es como hacer pagar justos por pecadores, es acallar voces que a lo mejor ni siquiera concuerdan o aprueban lo que hace el gobernante de la nación que representan y que muy probablemente no pueden discernir públicamente.


Mientras Europa discute sobre rearme y algunas de sus naciones piensan poner de nuevo obligatorio el servicio militar, mientras Europa fatiga a resolver diplomáticamente el conflicto entre Ucrania y Rusia, mientras Estados Unidos un día le arma pataleta a México y Panamá y la mañana siguiente a Venezuela, no sin antes jalarle el pelo a Ucrania, Canadá, Sudáfrica y la Unión Europea.


Mientras rusos y ucranios se siguen matando, mientras la sociedad civil de Israel sigue conmemorando sus muertos y sus secuestrados y sigue exigiendo un negociado de paz con Palestina, mientras Cisjordania y Líbano llevan del bulto en el conflicto medio oriental, mientras los países árabes han dicho alguna cosa, pero no han hecho nada de concreto por el vecino de casa asediado y reducido al hambre, mientras…


La sociedad civil de unas 40 naciones se organiza en lo que es la mayor movilización humanitaria de los últimos tiempos y zarpan hacia el confín entre Israel y Gaza, para romper el silencio mediático impuesto por Israel que no deja entrar periodistas en Palestina, para crear un corredor humanitario y hacer entrar sí o sí ayudas: comida, utensilios de aseo personal (incluidas toallas higiénicas y pañales), medicinas e instrumentos médicos, especialistas en salud mental post conflicto, etc.


Esta movilización humanitaria lleva el nombre de Sumud Flotilla. Sumud significa en árabe sumar, en el sentido de solidaridad y resistencia. Viajan activistas, personas del común pero que cumplen con ciertos requisitos de selección, periodistas, uno que otro político, médicos y marineros entre otros. La mayoría zarparon el 1 de septiembre desde el puerto de Barcelona, pero también desde otros puertos, pues participa la sociedad civil de todos los continentes en modo obstinado y convencido no obstante las amenazas del gobierno israelí de tratarlos como terroristas.


El presidente de Colombia dijo que condecorará con la Cruz de Boyacá, máximo reconocimiento que se le hace a un ciudadano colombiano, a los voluntarios que se embarcaron con coraje hacia Gaza con la Sumud Flotilla.  Asimismo otros gobernantes se pronunciaron ante las amenazas del gobierno de Israel a favor de la tutela de los ciudadanos que participan en esta travesía.


En Italia zarparon el 31 de agosto desde Génova unas barcas y el 6 de septiembre desde Siracusa saldrán otras. Siracusa es un lugar especial en Sicilia, porque es la Puerta de Europa sobre el Mediterráneo, así que desde hace muchos años es puerto de arribo de migrantes y los siracusanos han estado siempre en primera línea en el socorro y atención de migrantes y son testigos de los trágicos naufragios en el Mediterráneo y de las heridas del cuerpo y del alma de africanos, pakistaníes, sirios, egipcios, etc.


Volviendo al tema flotilla, inicialmente el gobierno italiano guardó un embarazoso silencio ante las amenazas del gobierno israelí a los tripulantes de la Sumud Flotilla. Ante el legítimo reclamo de la izquierda, les ha tocado decir que claro que asistirán a los ciudadanos italianos que lo necesiten, pero han dado a entender que no apoyan ni están de acuerdo con esta iniciativa humanitaria y que quien zarpa tiene la culpa de ponerse en peligro y representa un gasto para el estado. Es decir, la culpa es siempre de quien ayuda.    


¿Y los palestinos? ¿Será que se han enterado de  que del otro lado de la frontera desde hace casi 2 años la población de Israel se ha pronunciado a favor de Palestina y contraria al propio gobierno? ¿O los tendrán manipulados y envenenados contra los vecinos de casa?


¿Se sentirán decepcionados de los dirigentes mundiales que han permitido el genocidio de su pueblo? ¿Echarán la culpa a sus gobernantes? ¿El único culpable será Netanyahu? ¿Pensarán que el resto de humanidad los abandonó? ¿Sabrán que es la primera vez que tantas personas en todos los continentes apoyan la causa palestina? ¿Qué se murmura entre una bomba y otra? ¿Qué información les da o les oculta Hamas? ¿Qué información se logra filtrar a través de las pocas ONG’s que aún operan en Gaza y que tienen un mínimo contacto con el exterior?


¿Mañana, qué les diremos a los niños israelíes y palestinos? Les recordaremos que durante la Segunda Guerra Mundial a los hebreos perseguidos, segregados y reducidos al hambre les pedían que se quitaran la ropa para hacerse una ducha y con este engaño los mataban en las cámaras de gas. Les recordaremos que en igual modo después del 7 octubre de 2023 a los palestinos perseguidos, segregados y reducidos al hambre les decían de meterse en fila para distribuirles comida y con este engaño les disparaban para matarlos. Les diremos que ambas cosas son lo mismo: un genocidio.   


¿Luego, les hablaremos de paz y reconciliación, de hermandad y humanidad, de solidaridad y esperanza? ¿Sanaremos sus heridas? ¿O seremos adultos irresponsables y meteremos sal sobre la herida y encenderemos los ánimos sembrando cizaña? ¿Seremos indiferentes ante el dolor de esta infancia y los abandonaremos a la propia suerte? ¿Los cuidaremos y seremos un buen ejemplo para ellos?


Suenan a la puerta, son los testigos de Jehová, me preguntan si pienso que un día el mundo vivirá en paz. Les digo que espero que la sociedad civil logre lo que los gobiernos no han logrado. Me dicen que los gobiernos no son capaces, pero Dios sí, que nos lo ha prometido y leen el salmo 41 que se refiere a esta promesa.


A lo mejor haya que unir fuerzas humanas y divinas para lograr la paz en todos los lugares donde reina el conflicto. A lo mejor sea iluso pensarlo posible, pero sano mantener la esperanza. Por eso me despido de la persona que me ha leído el salmo 41,

diciéndole - lo espero por los niños de hoy, para que sean la primera generación que vive en paz.


A los niños de un lado y otro de la franja, les deseo que los próximos despertares les permitan jugar y reír juntos en la calle y en la escuela, donde encontrarán buenos maestros y buenos amigos. Les deseo que los próximos despertares les permitan compartir el pan, el café y las buenas tertulias.



Hannalucida.


Italia

Septiembre 4 de 2025


sábado, 18 de junio de 2022

PIAZZA DEL POPOLO

 Hoy tengo una cita con la democracia.

Compré guayabera y me vestí de fiesta.

Porque para mí votar,

nunca ha sido elegir al menos peor.


Siempre el voto

lo he dado al más capaz,

al que está en línea con mis principios,

a sabiendas de que no siempre 

los mejores ganan.


Hoy voy

con esperanza a las urnas,

voy feliz,

ir a votar también significa

encuentro,

empanadas,

colores

y arengas.


Voy vestida de fiesta,

en compañía de mi canción. 



Primera vuelta.


Es domingo. Confieso que hace rato no viajo en tren ni en metro y mucho menos sola. Tengo ansias, a pesar de que mi amigo Carlos, me ha animado a dejar de lado el miedo y aprovechar para pasear por Roma.


Me doy la bendición. Subo en el tren, con la convicción de votar por Regina 11, una especie de bruja que se cree reina y que hace años fue candidata para presidente de la república. La primera mujer que me tocó ver competir por ese cargo en mi país. 


Largo viaje, con una familia napolitana que habló por dos horas a alto volumen, puso música neo melódica a alto volumen. Me consuelo con una mariposa amarilla que pasa volando al lado de mi ventanilla.


Llego al consulado, donde siempre he votado, encuentro el gran portón cerrado. Detrás de mí, llegan dos bogotanas regias y luego un señor en bicicleta. Nadie responde al citófono. Nadie nos abre.


Llamamos a la embajada y nada…Una de las bogotanas regias, que se presenta como periodista, encuentra entre sus contactos el número de una funcionaria de la embajada.


Casi se la come viva por el teléfono. En realidad sí estamos enojados, porque no había información del cambio de sede ni en el sitio web de la embajada, ni al ingreso de la misma.


La funcionaria le pide respeto, le explica que el cartel sí lo pusieron y que alguien mal intencionado lo quitó y que están enviando a alguien para ponerlo de nuevo. 


Le cuenta que ha recibido mil insultos durante toda la mañana de ciudadanos furiosos que se encontraron en nuestra misma situación. Finalmente nos da indicaciones para ir a la sede de las votaciones en carro o en metro.


No sé si luego hayan puesto el cartel, lo cierto es que las dos bogotanas regias que estaban en carro, no se ofrecieron a llevarnos. Pocas ganas tenían de juntarse con dos ciudadanos de a pie.


Yo que antes de partir ya me sentía perdida, le digo al señor que viajemos juntos en metro. Él mira su bici amarrada a un palo, esperando encontrarla al retorno.


Se demuestra gentil y mejor ubicado que yo. Doy gracias por su presencia, pues las ansias de perderme me disturba.

Todo bien, hasta que en el vagón  extra lleno del metro, mi acompañante comienza a decir que le da rabia cuando la gente dice que va a votar por Petro, habla de encuentros con los exponentes de la derecha, afirma que va a votar porque “no podemos dejar que Colombia se vuelva como Venezuela” y blablabla.


Yo sentí que se me torcía la cara, deseé que las gafas cubrieran la expresión de mi mirada y que la sonrisa que estaba por fingir, pareciera sincera. Ese hombre con el cual no estoy de acuerdo, era el único que en ese momento me podía ayudar a llegar al punto de votación.


Una vez en La Fundación La Salle, punto de votación, verifican mi mesa de votación, documento de identidad, me hacen firmar, toman mi huella dactilar, me dan el tarjetón y me indican dónde está el lapicero, pero yo uso el que traje de mi casa.


Vaya sorpresa me llevo cuando me doy cuenta de que en el tarjetón no está Regina 11. Salgo furiosa de la cabina y me dirijo a la mesa para hacer el reclamo, porque me han dado un tarjetón chiviado.


Me explican pacientemente que ella no está participando. Con ironía digo en voz alta que es una lástima que no haya participado, pues estoy segura de que ella seria la única capaz a punto de menjurjes, de desintoxicar un país tan envenenado.


Una señora me corrige, y me enseña que el país donde usan veneno es Rusia. Yo me siento achantada por mi ignorancia geopolítica, cojo de nuevo mi tarjetón y zas, pongo la X.


De aquí en adelante no me importa perderme, es más, quiero perderme entre las calles de Roma, esa ciudad inmensa, monumental, hermosa.



Dejé atrás el ansia y la tensión. Tranquilos, nunca he considerado a Regina, nunca me han dado un tarjetón chiviado, nunca he votado por miedo a… o en contra de…


…Una vez más, mi voto es por la paz.



Segunda vuelta


Es viernes. De nuevo largo viaje en tren. Va repleto. Las señoras con las cuales comparto el puesto, hablan entre ellas. Yo me limito a escucharles las historias. Lo que se operaron, dónde pasaron las vacaciones, lo que estudian los hijos, la nueva vida del ex colega del marido, el viaje que la hija quiere hacer en Japón.


A un cierto punto del viaje, pasa de vagón en vagón, un ventero ambulante con una canasta en la mano gritando “agua, papitas, gaseosa”. Diagonal a mi puesto, un señor con uniforme parecido al de los conductores de bus de Ràpido Ochoa, se rasca la güevas. Miro por la ventanilla y veo una casa campesina, de esas con el corredor naranjado. 

Será que me equivoqué de tren y me fui para la República Bananera?


Estoy vestida de blanco paz, después de ir a votar (esta vez en la sede del consulado), quiero ir a la Basílica di San Pietro, para conocerla, y por qué no, aprovechar para hacer una oración.


Como en las últimas semanas se ha puesto de moda encomendarse a la virgen a favor de un candidato o del otro, pues decidí seguir la moda y viajar con un cartel que dice “Virgen del agarradero, agárrame a mi primero”. 


Es que con esta incertidumbre de si a las mujeres nos va a tocar irnos cada una pa’ su casa cabizbajas y calladitas o si nos vamos a poder ir pa’ la Casa de Nariño a organizar juntanzas, pues hay que pedirle a las santas más santas que nos protejan de un silencio agudo.


Hay 3 jurados de votación y un garante. El ritual es el mismo, verificar la mesa, el documento de identidad, la firma, la huella, a la cabina con el tarjetón y mi lapicero. Entrada por salida. Vaivén de gente. 


Está haciendo un calor tremendo. Al lado de la embajada hay una cafetería con mesas afuera. En una de las mesas hay 4 personas que le preguntan a un señor que por allí transitaba 

- colombiano?  El caballero asiente con la cabeza y sigue su camino.


Aunque no hablaban conmigo, en modo espontáneo respondo 

- aquí hoy, somos todos colombianos. 


Al unísono sonríen. Uno de los colombianos, un señor con corbata amarilla, me pregunta - Qué cree que va a pasar? Después de estas votaciones, Colombia va a mejorar o a empeorar? 


Lo peor ya pasó, le digo.


Les da risa mi honestidad. Me invitan a sentarme con ellos. Pido tinto (café sin leche). Inicia una conversación informal y amena que se enriquece con la llegada de otros colombianos.


Hablamos de política y de arte, de hijos, trabajo y anhelos. Estoy en Piazza del Popolo, sentada en la mesa de un café, en una tertulia improvisada con un grupo de encantadores desconocidos.


Tomás y Samuel, parecen personajes de un libro de García Marquez. Ambos señores muy cultos. Tomás dice bromeando que se dedica a dormir y a descansar, pero se ve que tiene una vida llena de intereses. Samuel en cambio, es un artista reconocido, que tiene voz serena y pensamiento agudo. Ambos son amigos de vieja data y son de los colombianos que más tiempo llevan viviendo en Italia. 


Maria, la esposa de Tomás, es una señora italiana, gentil y hermosa que parece muñeca de porcelana. Jimmy, es un peruano amigo de Tomás, así como los son Carlos el sicólogo, Luis Carlos el documentalista y Victor el carpintero.


Nos dieron las 4 de la tarde en aquel café. Era ya hora de regresar a la estación de los trenes. No fui a San Pietro a rezar, pero alimenté mi espíritu.


No sabemos quién vaya a ganar las elecciones. Sabemos que ninguno de nuestros votos es para Rodolfo, aunque eso poco importe. Sabemos que gane quien gane, recibe un país difícil y fragmentado y que ninguno va a poder hacer todo lo que propone. Sabemos que después del domingo, habrá una parte de país descontento y una parte de país esperanzado. Sabemos que el político de turno tiene la responsabilidad de mejorar el país, pero es responsable también cada ciudadano.


Sé que en la plaza, además del consulado y el café, esta la iglesia de Santa Maria del Popolo (del pueblo). Como creo en el poder femenino, le pido a esta virgen que ilumine a mi pueblo, para que deje de derramar tanta sangre y pueda sembrar dignidad. Y que la dignidad nos permita finalmente afirmar que sí nacimos pa’ semilla.



Hannalucida

18 de junio de 2022

Italia










lunes, 7 de marzo de 2022

ESPERANZA

 

Hace frío. Anoche nevó en la montaña. Es mediodía, tenemos la chimenea encendida. Estamos reunidos viendo las noticias. 

- No es posible. No es posible que esté pasando de nuevo - dice la abuela preocupada, mientras se pasa la mano por la cabeza. 


Luego mira a sus nietos y les cuenta

- A mí me tocó la otra guerra, era pequeña como tú. Recuerdo que cuando pasaban los aviones, me cogían por el brazo y me escondían bajo un puente, para que las bombas no me cayeran en la cabeza.


Baja la mirada y continúa, moviendo la cabeza en un gesto de negación

- No puede ser, no es posible que esté pasando de nuevo.


Una de las nietas pregunta 

- ¿Quién está ganando esta guerra? 


- La guerra no deja ganadores - le digo - porque la guerra solo deja muertos y heridos de ambas partes, y deja además hambre, pobreza, rabia, miedo…Gente que escapa…


- Y si tienen covid y deben escapar, porque están bombardeando, ¿pueden salir de la casa, aunque contagien a todos los otros que escapan?


- Ya no importa si tienen covid, importa solo escapar y tratar de salvarse - le explica el padre.


- Si el presidente fuera yo, no existirían las guerras y en el mundo habría sólo golosinas - dice el nieto más pequeño. 


Le expresamos nuestra intención de votar por él. Antes de que alcance a celebrar nuestro apoyo unánime, dan otra mala noticia en la tv.


En este punto, el niño cambia repentinamente de ánimo y grita - ¡Apaguen la tv, les digo que deben apagar la tv, he dicho que no deben ver la tv ni el teléfono! ¡Es más importante jugar!


Apago, me arrodillo, lo abrazo. Percibo su angustia. Invito todos los niños a jugar.


Alguien alguna vez dijo que “los poetas salvarán el mundo”. Creo que el arte en general, tiene el poder de salvarlo, así que al día siguiente llevamos los niños al museo. Perdonen la redundancia, pero entramos dentro de los cuadros de Monet, y salimos con la esperanza de poder ayudar a pintar un lienzo cuyo tema sea la paz.  





Esa noche, una vez en casa, los niños eligen algunas ropas, un par de peluches y algunos juegos de mesa, para donarlos a los niños de la guerra. Pero al otro día, al regreso de la escuela, mi hija se sienta en la mesa cabizbaja.


- Mis compañeros dicen que Putin ha dicho que si ayudamos a Ucrania, nos hará daño también a nosotros.


Le explico que aunque nos amenacen, no podemos dejar solo a un país en dificultad o a una persona en dificultad. Hago hincapié, en el hecho de que no debemos tener rabia con la población rusa, porque ellos no tienen la culpa de las decisiones de los políticos, es más, ellos también son víctimas. Le cuento que Rusia es un país con una gran riqueza cultural y que hace parte de las raíces europeas.


Como todos tenemos al menos un pariente, un amigo, un colega o un empleado ruso, ucraniano, polaco, lituano o de algún país cercano al conflicto, desde este lado del mundo, se siente amplificada la tensión. 


Decidimos entonces, darle nuestra donación a una señora ucraniana que vive en el pueblo y que está recogiendo ayudas para las familias que escapan de la guerra. 


Ella se conmueve cuando ve los juguetes - Así los niños pueden pasar el tiempo mientras esperan…


Conteniendo su conmoción, acaricia la cabeza de mi hija. Le entrego también un coche. Se le ilumina la mirada - Menos mal que pensó en el coche, ellos caminan muchos kilómetros con niños pequeños.


Deseando la paz entre dos pueblos hermanos, me despido.


En la escuela del pueblo ponen la bandera arcoíris de la paz. Las maestras les piden a los niños que escriban una poesía. Los alumnos inventan poemas maravillosos que rechazan con fuerza la guerra e invitan al diálogo. 


Preparan además, un flash mob contra la guerra, y se adhieren a una protesta simbólica y pacífica, por lo cual nuestros hijos nos piden que a las 8 de la noche apaguemos todas las luces, “para que Putin sepa que preferimos estar a oscuras que comprar su energía”, nos explican.


Ustedes que leen esto, y yo, sabemos que el problema de esta o de cualquier otra guerra, es complejo y de difícil solución…en realidad los niños del pueblo también lo saben y entre ellos hablan de la necesidad de ayudar a construir un túnel debajo de la escuela, para poderse esconder en caso de que la guerra llegue también aquí.


Entonces, le digo a mis hijos que ellos deben conservar la esperanza, porque mucha gente en todo el mundo ha salido de inmediato a la calle a manifestarse en contra de la guerra y a favor de la paz, lo cual significa que la mayoría ha decidido que no quieren que ocurran nunca más los horrores de la guerra.


Esto es ya un aporte para la paz. Y los niños con sus canciones de paz y con las donaciones de sus ropas y sus juguetes, también están contribuyendo a la construcción de la paz. Así que deben mirar el futuro con esperanza. Les digo que me siento orgullosa de ellos, porque son constructores de paz.


Esa noche, como todas las noches, les invento un cuento antes de dormir:


Había una vez un grupo de niños, que se inventó una canción de paz. La canción les gustó mucho y decidieron hacer un video cantando y bailando la canción. 


Muchas personas vieron el video y se contagiaron con el mensaje de paz de la canción y se sintieron alegres y compartieron el video con otras personas que también se contagiaron con el mensaje de paz y se sintieron alegres y compartieron el video…


…hasta que un día, la canción llegó donde estaban los soldados que peleaban en la guerra y la canción los contagió con su mensaje de paz y los hizo sentir tan alegres, que dejaron las armas y comenzaron a cantar y a bailar y a contagiar a todos con la paz.


Se fueron durmiendo mis hijos, con una sonrisa serena. 


Yo en cambio, esa noche no logro dormir bien. Siendo consciente de la posible evolución de los hechos, preparo los pasaportes, en caso de ser nosotros, los próximos refugiados.



Hannalucida

Italia

7 marzo de 2022